"Repulsa por la profanación"

La ceremonia religiosa "de desagravio" comenzó ayer con cánticos. Cerca de 140 personas siguieron la misa en el interior de la capilla de Somosaguas, reservada a alumnos y profesores. En la explanada exterior del pequeño templo, donde había algunas sillas desplegadas, el resto de asistentes pudieron escuchar las palabras del obispo auxiliar, César Franco, y las lecturas, que empezaron con un pasaje del Libro de Ezequiel (18,21-28), que parecía destinado a los integrantes de la performance que irrumpieron en el mismo templo una semana antes: "Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá".
Ya en la homilía, el obispo auxiliar expresó el "sentimiento de indignación y repulsa" de la Iglesia por la "profanación" de la capilla, que llegó a comparar con el episodio de la Biblia en el que Jesús expulsó a los mercaderes del templo de Jerusalén.
César Franco pidió a los responsables de la protesta, que "han herido hasta lo más hondo" las creencias religiosas de los católicos, que recapacitaran y "reciban la luz de la verdad". "Queremos reparar el mal cometido mediante la acción redentora de Cristo", según el obispo. Destacó en su intervención a "relación cordial y profunda" del Arzobispado de Madrid con la Universidad Complutense. La relación "no ha quedado empañada" por lo sucedido, ya que consideran que los jóvenes que entraron en la capilla el 10 de marzo "no representan al conjunto" de la universidad.
La performance de la capilla del campus de Somosaguas corresponde, según el obispo auxiliar, a "situaciones que denigran a quienes las provocan". Franco rogó para que los participantes "reciban la luz de la verdad".
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