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Ola de cambio en el mundo árabe | Guerra civil en Libia

Gadafi socava la unidad de los rebeldes

El dictador siembra el desconcierto entre los jefes de los sublevados con una guerra de propaganda y desmentidos - Fuerzas del régimen sitian la estratégica ciudad de Zauiya

Un maestro de la manipulación, un superviviente nato, no podía dejar de intentar una treta política más. Muamar el Gadafi, aislado ante el mundo y acorralado en Trípoli, aunque aún fuerte en el combate contra los rebeldes libios, propuso ayer a los insurrectos abandonar el poder a cambio de una fuga honrosa con su botín a cuestas. Muy probablemente conocía que la respuesta de los sublevados sería negativa. Pero sí consiguió el dictador dividir al Consejo Nacional, el Gobierno de facto de los alzados en la oriental Cirenaica. Mientras su presidente, Mustafá Abdelyalil, ofrecía 72 horas a Gadafi para que abandone el poder con la promesa de que no sería perseguido por sus crímenes, el portavoz, Abdelhafiz Ghoga, se apresuró a rechazar todo compromiso. Primero debe renunciar. Después, ya se verá.

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El líder que dirige el país magrebí desde 1969 llamó al diálogo nacional el lunes por la noche, y en la madrugada de ayer lanzó su propuesta. Un dirigente del Consejo lo confirmó. Y Ghoga tuvo que apresurarse. Cogió un micrófono, se asomó a una ventana en el edificio de los juzgados, y se digirió a los congregados en la plaza de Mahkama. "¿Quién va a permitir a Gadafi una salida segura?", clamó Ghoga, que abandonó la habitación enojado tras dirigirse a los enfurecidos vecinos que soportaban la lluvia. Poco después, Abdelyalil declaraba que el dictador tenía tres días de plazo para escapar. Y Ghoga compareció de nuevo por la tarde para desmentirlo todo. Desmantelado el Estado en Bengasi -los edificios oficiales, pintadas sus cornisas con el verde revolucionario de Gadafi, fueron incendiados o arrasados-, los nacientes organismos rebeldes demuestran tanta voluntad como inexperiencia.

La disyuntiva era: ¿vale la pena librarse del autócrata a costa de su impunidad en Libia? La disensión en el Consejo resulta evidente. Como es patente que la gran mayoría de los bengasíes, que han sufrido una represión atroz durante décadas, no permitirían semejante componenda. Aunque esa impunidad nunca sería completa, porque el expediente de Gadafi ya se halla en la Corte Penal Internacional.

Para cuadrar el círculo del desconcierto, tanto el Consejo como el Gobierno de Gadafi negaban finalmente que hubiera habido iniciativa alguna de ningún bando. Mientras el tirano maniobraba en el campo político, sus soldados y mercenarios proseguían con la campaña militar. Aviones, helicópteros y tanques se ensañaban de nuevo ayer con Zauiya, la ciudad más castigada por sus tropas, a 50 kilómetros al oeste de la capital. Varios ataques aéreos sacudieron también Ras Lanuf, la línea del frente a 650 kilómetros de Trípoli, una zona desértica crucial por sus instalaciones petrolíferas. Gadafi tiene que saber que el tiempo corre en su contra, por mucho que intente confundir con el ofrecimiento a la Unión Europea para que envíe a Libia una delegación para investigar las violaciones de los derechos humanos.

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Los Awacs de la OTAN vigilan el cielo libio para recabar información militar y Reino Unido y Francia promueven en Naciones Unidas el establecimiento de la zona de exclusión aérea, iniciativa a la que se han sumado los países del golfo Pérsico y la Organización de la Conferencia Islámica, algo fundamental porque la petición de los emiratos y Arabia Saudí otorga legitimidad a una intervención extranjera en el Estado árabe, una cuestión siempre delicadísima. Y la UE ha decidido congelar los fondos invertidos por el Ejecutivo libio en Europa, una gran porción de los 50.000 millones de euros que Gadafi atesora en el extranjero.

Gadafi intenta desplegar sus habilidades en todos los terrenos, y arrecia en su campaña de propaganda cuando ya han pasado seis días sin que la conexión a Internet sea posible, salvo que se disponga de enlace vía satélite. El tirano sigue empeñado en infundir miedo a la población -y a las potencias occidentales- con la idea de que partidarios drogados de Al Qaeda encabezan la rebelión, con la división del país, con la supuesta conquista de ciudades en Cirenaica que se revelan falsas, con supuestos contubernios occidentales para esquilmar los recursos petroleros, que en todo caso ya se destinan a Europa. El Consejo Nacional reacciona a algunas de estas diatribas. A veces con acierto.

La expulsión inmediata, días atrás, de la clandestina delegación británica resta bazas a Gadafi, siempre atento a explotar los sentimientos anticolonialistas de los libios. "Pueden venir cuando lo deseen, pero deben hacerlo coordinándose con nosotros", declaró a este diario un portavoz del Consejo, que desea ser reconocido formalmente como la autoridad legal del país.

El ministro de Exteriores de Gadafi, Musa Kusa, no obstante, insiste: Estados Unidos quiere dividir a Libia. Los imanes insisten en sus sermones semanales en el lema que cantan los rebeldes: "Trípoli es nuestra capital para siempre". La unidad del país es sagrada.

Un par de sublevados dispara contra un avión de las fuerzas de Gadafi a la entrada de un pozo petrolífero en Ras Lanuf.
Un par de sublevados dispara contra un avión de las fuerzas de Gadafi a la entrada de un pozo petrolífero en Ras Lanuf.ROBERTO SCHMIDT (AFP)

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