Vigilancias reforzadas
El plan de Salgado de estrechar el control puede que no baste para corregir el déficit autonómico
Las cuentas de ejecución presupuestaria correspondientes al año 2010 suponen un alivio considerable. El objetivo de déficit de las Administraciones públicas se ha cumplido con moderada suficiencia (9,24% del PIB, frente al 9,3% previsto), gracias a un plan de recorte del gasto embarullado pero eficaz. Hubiera sido deseable aplicar un criterio más selectivo en la reducción del gasto público, de forma que las inversiones en infraestructuras, educación e I+D sufrieran menos daño. Pero lo cierto es que con la presentación de estos resultados el Gobierno confirma ante las autoridades europeas y ante los acreedores de la deuda que España está en condiciones de cumplir con sus compromisos. El cumplimiento del déficit durante el año pasado aleja un poco más el riesgo de quedar en el centro del huracán de otra convulsión financiera, aunque el esfuerzo de ajuste fiscal tiene que proseguir.
La ejecución presupuestaria de las comunidades autónomas y los Ayuntamientos es harina de otro costal. No se trata solo de que el conjunto del déficit autonómico haya superado el 2,4% establecido del PIB y se haya situado en el 2,8%, y el de los municipios haya sido del 0,5% en lugar del 0,4%, sino de que hay cuatro comunidades que presentan una desviación grave (Cataluña, Baleares, Murcia y Castilla-La Mancha) y otras cuatro (La Rioja, Aragón, Navarra y Comunidad Valenciana) exhiben una desviación "significativa". Tal como están las cuentas públicas, se trata de saber con claridad si las comunidades mencionadas han adquirido el compromiso político de ajustar sus gastos a un déficit máximo del 2,4% o si, por el contrario, se enredarán en ejercicios de victimismo, en comparaciones ociosas y en reclamaciones de más ingresos al Estado para ocultar su incapacidad o escasa voluntad para cumplir con los planes de austeridad.
De las palabras de la vicepresidenta Elena Salgado parece desprenderse el deseo de no empeorar las relaciones con las autonomías; al fin y al cabo, el objetivo global se ha conseguido. Y también cabe deducir que las autonomías aceptarán embridar su déficit, por el momento a través de medidas de control: publicación trimestral de las cuentas autonómicas (en lugar de la revisión semestral vigente) y mayor vigilancia de los planes de reequilibrio que permiten mayor endeudamiento. La pregunta es si la vigilancia y la atención serán suficientes; lo más probable es que no baste en los casos más graves.
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