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Ola de cambio en el mundo islámico | La posición de Europa

El temor a una oleada de inmigrantes refuerza el apoyo de la UE al cambio

Italia advierte contra el surgimiento de un "emirato islámico al este de Libia"

La amenaza de una llegada masiva de inmigrantes, calculada por Italia en cientos de miles de personas, hacia Europa desde los países sacudidos por revueltas callejeras y el temor a un baño de sangre en la ribera sur del Mediterráneo centraron ayer las conversaciones de los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión, que acordaron dar un nuevo enfoque a su relación con los vecinos meridionales y apoyar más efectivamente a los que ya estén inmersos en procesos de reforma. Aunque los Veintisiete piensan en todos ellos, de momento solo dos, Egipto y Túnez, han derribado a sus dictadores. Sobre Libia, el más imprevisible de todos los vecinos, poco puede hacer la UE, dado que el régimen de Gadafi ni forma parte de la Unión por el Mediterráneo ni se ha integrado en la Política europea de Vecindad.

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"Quienes han hablado de un éxodo de cientos de miles de personas no se equivocan", comentaba ayer el jefe de la diplomacia italiana, Franco Frattini. "Ya se ha visto lo que pasó hace unos días cuando las autoridades tunecinas dejaron de vigilar sus costas", dijo en referencia a las miles de personas que en lo que va de año han huido hacia Italia. Ayer, el Gobierno italiano decidió poner en estado de alerta máxima todas las bases militares del país.

Roma es el principal socio europeo de Libia y estima en unos 2,5 millones el número de no libios (africanos, asiáticos y árabes) que trabajan en el país y que tratarán de salir de él en caso de caos económico. A esa población podrían sumarse los miles de inmigrantes indocumentados retenidos en campos de concentración libios y llegados hasta esa costa en busca de una oportunidad para saltar hacia Europa.

Dio verosimilitud a la alarma europea la amenaza atribuida a Gadafi de romper su colaboración con la Unión para contener tal flujo si la UE apoya las protestas callejeras. Oficialmente, los ministros intentaron quitar hierro al desafío. "Es una amenaza ridícula", comentó el ministro belga, mientras la española Trinidad Jiménez apostilló: "La UE no admite amenazas de nadie".

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Pero la procesión va por dentro. "Estamos en momentos de caos, confusión y miedo. Esperemos que se pueda reconducir la situación y que los trabajadores puedan mantener sus empleos", reconoció Jiménez, quien precisó que la palabra "miedo" correspondía al sentimiento de los residentes en Libia. "El temor aquí es menos visible, menos palpable".

Frattini dramatizó la amenaza del caos libio con las informaciones llegadas desde Bengasi sobre el ascendiente del extremismo islámico en la revuelta callejera en la oriental provincia Cirenaica, históricamente opuesta al control de Gadafi en la occidental Tripolitania. "Es algo que no se ha visto ni en Bahréin, ni en Egipto", subrayó el ministro italiano. "Me preocupa en extremo la proclamación de un emirato islámico en el este de Libia. ¿Se lo imaginan en las puertas de Europa? Sería una amenaza gravísima".

Ante Libia, la UE se limita a emitir la previsible condena por la represión, a deplorar la violencia y la muerte de civiles, a pedir el fin del uso de la fuerza sobre los manifestantes y a proclamar que "las legítimas aspiraciones y demandas de reforma del pueblo deben ser abordadas mediante un diálogo nacional abierto, incluyente y significativo llevado a cabo por los propios libios". Frattini enfatizó el carácter de diálogo nacional interlibio, "sin interferir desde fuera de modo paternalista o colonial". Resulta difícil ver qué mecanismos puede emplear la UE para alentar a Gadafi al diálogo. "Libia es un caso especial. Es difícil cooperar con ella, precisa Cecilia Malmström. La comisaria de Interior de la UE firmó el pasado octubre un documento con Trípoli sobre refugiados, asilo y asistencia, "pero no habido avances desde entonces".

Jiménez valoró la reacción de la UE ante Libia como la primera de una serie de medidas pautadas que, aventuró, darán resultado. "La comunidad internacional debe acompañar los procesos de reforma y democratización", dijo. Algunos analistas señalan que más que a Gadafi, la reconvención de la UE va dirigida a quienes rodean al líder libio para que vean que está más solo y débil que nunca y aceleren el proceso de cambio.

En su comunicado de conclusiones, los ministros de Exteriores de la UE anuncian su voluntad de establecer una relación efectiva con los países de la ribera sur mediterránea y prometen responder a los procesos de cambio democrático con medidas concretas. El británico William Hague habló de condicionar tal colaboración a un auténtico programa democratizador y de respeto a los derechos humanos. Jiménez precisó que "aunque exista una cláusula de condicionalidad, debemos actuar con cierta generosidad".

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