Internacional
Revolución democrática en el Magreb
Los soldados tunecinos no dejaban ayer estacionar taxis en ningún lugar donde hubiera aglomeración de personas. El miedo a un atentado era palpable en la capital. Una psicosis. Porque tras la detención el sábado de Ali al Seriati, los esbirros del régimen se emplean a fondo para que la gente añore al dictador fugado el viernes a Arabia Saudí.
La revolución tunecina fue popular y espontánea, pero sin la complicidad de las Fuerzas Armadas no hubiese tenido éxito. "El Ejército dejó caer a Ben Ali", asegura el ex jefe del Estado Mayor de los Ejércitos de Francia, almirante Jacques Lanxade, de 76 años, en una conversación telefónica con este corresponsal.
Túnez no se puede permitir que el vacío institucional, Ejército al margen, perdure. Y las prioridades parecen evidentes. Poner coto al desmadre que se vive en infinidad de ciudades y pueblos del país. Para ello se requiere formar un Ejecutivo sin dilación.
Esta imagen fue tomada el 14 de enero por Lucas Mebrouk antes de recibir el impacto de un bote de humo. La foto, que capta a varios policías golpeando a un manifestante en Túnez, fue transmitida al día siguiente por un compañero del reportero gráfico.
Centenares de turistas europeos bloqueados en Túnez por el cierre del espacio aéreo tunecino decretado el pasado viernes lograron entre el sábado y ayer salir del país a medida que el tráfico aéreo recuperaba la normalidad. El Ministerio de Asuntos Exteriores español formó una unidad de crisis para facilitar el regreso de los turistas.
La movilización tunecina que ha acabado con la dictadura de Ben Ali empieza a tener eco en otros países árabes, en los que ya brotan conatos de protestas y distintos incidentes. El más dramático se ha registrado en Argelia, donde un hombre de 37 años se quemó ayer a lo bonzo en la región de Tebessa.
JOSÉ MARÍA RIDAO
Silencio es todo lo que ha cosechado desde Europa uno de los acontecimientos más importantes que han tenido lugar en el Magreb desde las independencias, como ha sido el derrocamiento del presidente tunecino Ben Ali.
Portugal está a una semana de elecciones presidenciales, aunque nadie lo diría. Una campaña tremendamente anodina no ha conseguido atraer la atención ni el interés de los electores, a quienes preocupan más los efectos de la crisis económica que el nombre del inquilino, presente o futuro, del palacio de Belem.
Marine Le Pen, de 42 años, hija de Jean-Marie Le Pen, su sucesora política, ex abogada, flamante nueva presidenta del Frente Nacional (FN) desde ayer, aseguró en su primer discurso como líder de la ultraderecha francesa que piensa convertir esta formación en un movimiento eficaz que sirva "para alcanzar el poder".
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, envió ayer al Ejército a la región montañosa del Estado de Río de Janeiro, arrasada por unas inundaciones que han provocado la muerte de más de 600 personas. La medida se ha tomado entre críticas crecientes al Gobierno por su lenta respuesta al mayor desastre natural que ha sufrido el país.
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