El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se escudó ayer en la normativa europea para evitar valorar el estudio publicado por EL PAÍS que señala que los altos niveles de partículas PM25 que generan los motores diésel de los automóviles elevan la mortalidad en la ciudad.
La noche del 5 de enero tiene algo especial. Una mujer con la cara desencajada zarandeaba a un duende que repartía caramelos. El personajillo huyó despavorido nada más zafarse. Un tipo con un chaquetón rojo, subido a una escalera de cuatro peldaños, sostenía con una mano un paraguas del revés y con la otra una gran bolsa de tela.
Las estampas habituales de las cabalgatas volvieron a sucederse ante los ojos fascinados de miles de niños de la capital. Bajo la lluvia, las carrozas diseminaron sacos y sacos de caramelos, muchos de ellos cazados al vuelo por los paraguas de los acaparadores.
La nueva ordenanza contra el ruido aprobada ayer por el Ayuntamiento de Madrid apunta directamente hacia una actividad contra la que el Ayuntamiento intenta luchar desde hace años: el botellón. El texto establece específicamente sanciones de entre 300 y 600 euros para los que beban en la calle y generen molestias.