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LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO

EE UU buscó señales de fractura en España pero no las encontró

El embajador informó de que los nacionalismos "distraían" al Gobierno de la crisis

Miquel Noguer

Con la crisis económica instalada ya en buena parte de los hogares de España, la diplomacia de EE UU en Madrid concluyó en agosto de 2008 que los políticos españoles estaban más preocupados y dedicaban más esfuerzos en gestionar -o atizar- las pulsiones nacionalistas que en resolver la crisis. "Las tensiones entre el centro y la periferia continuarán ocupando una parte significativa de la energía política española, lo que distrae al Gobierno de problemas más importantes como la precariedad de la economía". En un cable remitido en agosto de 2008, el embajador Eduardo Aguirre decidió hacer un amplio chequeo a la agenda nacionalista preguntándose si había síntomas de fractura de España. No los encontró, pese a alertar de que el ambiente estaba caldeado por las negociaciones de la nueva financiación autonómica, los últimos coletazos del Plan Ibarretxe y el manifiesto "Por la lengua común", en defensa del castellano.

El auge nacionalista en España, clave para no reconocer a Kosovo
Un cable alerta de que en Convergència se ha impuesto el ala más "radical"

Al contrario de lo que a menudo publica la prensa anglosajona, la embajada en Madrid no observa en España un grave riesgo de descomposición. El discurso de "España se rompe" que el PP practicó con tanta asiduidad en aquel momento es visto como una exageración por parte de los observadores diplomáticos. "Aunque continuamos a la expectativa de señales de que España se esté fracturando, esto parece improbable en el corto y medio plazo", concluye el redactor del informe.

Y eso que no faltaban elementos para la crispación. En aquel momento el plan del lehendakari Juan José Ibarretxe para conseguir la "libre asociación" entre el País Vasco y España seguía encima de la mesa pese al portazo que ya le habían dado las Cortes. Ibarretxe planteaba una consulta que debía celebrarse en octubre de 2008 para garantizar el "derecho a decidir" de los vascos.

Aunque la consulta fue abortada, todo el proceso despierta gran interés en la embajada. Ello queda patente en las conversaciones que el personal diplomático mantuvo con un veterano dirigente del PNV a quien los cables no identifican, en busca de grietas en el partido. Este dirigente, ya en el verano de 2008, "expresó dudas acerca del calendario del plan", se afirma. En el cable enviado por el embajador Aguirre, el redactor ahorra cualquier tipo de adjetivo y vincula el plan a las negociaciones para acabar con la violencia de ETA.

El nuevo modelo de financiación autonómica, pactado finalmente en julio de 2009, fue también escrutado a fondo como elemento de posible inestabilidad. La embajada constata que cuatro comunidades (Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y Baleares) aportan a la caja común más dinero del que reciben y, dado que dos de estas comunidades estaban gobernadas por el PP, auguraba un acuerdo próximo. No fue así: el pacto no se cerró hasta un año después. Pero en lo que más hace hincapié la embajada es en la radicalización que se observa en los partidos catalanes, especialmente en Convergència i Unió y en el PSC.

"Cataluña ha visto cómo sus dos principales partidos se han movido hacia un terreno más nacionalista en sus respectivos congresos, aunque ninguno de los dos apuesta directamente por la independencia". Se afirma que en Convergència se han impuesto las tesis de su ala más "radical", con sus peticiones de que Cataluña se convierta en "una nación libre y soberana en Europa en el siglo XXI".

Sobre el PSC concluye que se ha movido "hacia terrenos nacionalistas habitualmente ocupados por CiU y Esquerra Republicana". "El PSC pide una reforma constitucional que incluya el carácter federal de España y reitera el concepto de Cataluña como nación con su propio territorio, lengua, cultura e historia", dice en referencia al congreso del partido.

La embajada muestra cierta preocupación por las contribuciones que el PP hace a esta radicalización. "Nuestros contactos vascos y catalanes generalmente acusan al PP de haber adoptado un tono excesivamente estridente contra los nacionalismos, particularmente durante el segundo Gobierno de José María Aznar".

El papel del presidente Zapatero en este conflicto es descrito como el de intentar "ser complaciente" con estas regiones "en parte con la esperanza de capturar votos socialistas allí". Esta posición no acaba de convencer a quien redacta el texto. "Al ceder unos centímetros, Zapatero ha visto cómo los nacionalistas intentan avanzar varios kilómetros", concluye. Con todo este panorama, el redactor del informe ve "poco probable" que España reconozca Kosovo como Estado en el corto plazo.

El supuesto conflicto lingüístico en Cataluña, País Vasco y Galicia también se somete a análisis. Al igual que en los otros aspectos, el embajador evita calificativos y se limita a describir la efervescencia que provocó el llamado Manifiesto por la Lengua Común en 2008, al que describe como un documento que llama a "proteger los derechos de los castellanohablantes en las regiones con otros idiomas oficiales". Destaca que la iniciativa está promovida por el diario El Mundo, "siempre dispuesto a promover causas sensacionalistas contra las políticas del Gobierno". Añade que los vascos y catalanes "nativos", así como algunos "no nativos" de estas comunidades, ven el manifiesto como un "ataque contra sus lenguas e identidades nacionales".

Consciente de que la identidad española difícilmente se entiende sin el fútbol, el embajador también habla del papel "unificador" que ha jugado la selección nacional. El documento se refiere a la victoria de España en la Eurocopa de 2008 y destaca el papel ganador de un equipo formado por jugadores "de toda España". Incluso destaca el "nuevo entusiasmo" que levanta La Roja en lugares como Barcelona y entre dirigentes del Partido Nacionalista Vasco.

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Juan José Ibarretxe, en el Congreso de los Diputados, durante el debate de su plan soberanista en 2005.
Juan José Ibarretxe, en el Congreso de los Diputados, durante el debate de su plan soberanista en 2005.LUIS MAGÁN

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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