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Reportaje:

Días de radio con Joserra

Quino Petit

"Ya no me mancho de barro"

(Lagos de Covadonga, meta de la 15ª etapa de la Vuelta Ciclista a España. 13-9-2010)

A mil metros de altitud, soportando el frío y la llovizna, dos técnicos de la Cadena SER hacen guardia junto al puesto de control situado en el tramo final de la decimoquinta etapa de la Vuelta Ciclista a España. Son las cinco de una tarde perra. El pelotón está a punto de coronar un rompepiernas: el puerto de los lagos de Covadonga (Asturias). Más de 12 kilómetros de una pendiente media del 7% y el archifamoso tramo de La Huesera, con rampas entre el 12% y el 15% de desnivel. Una niebla implacable y fantasmagórica otorga más misterio si cabe a este emblemático lugar. Entre el runrún de enviados especiales, hacinados tras las vallas al hilo de la meta, y los aficionados expectantes y estoicos, calados con chubasqueros, José Ramón de la Morena aparece como una exhalación pocos minutos antes de que lleguen los ciclistas.

Pedro Delgado: "Es el periodista deportivo número uno de españa
"Nunca me propuse hacer un programa para expedir el carné de entrenador"
"Cuando recibes tratamiento de estrella tiendes a equivocarte"
Andrés Iniesta: "Siempre creyó en mí. Algunos le criticaron por eso"

Parece impensable que Joserra, el alma de El larguero, rey de las noches de radio deportiva que este año ha vuelto a narrar la Vuelta a España, ponga en marcha un circo de infinitas pistas en cuestión de segundos. Sigue sus pasos Carlos Bustillo, noble escudero, teléfono celular en una mano y fajo de papeles en otra. El primer corredor en llegar a la meta de los lagos de Covadonga es el asturiano Carlos Barredo, de 29 años. Conquista una etapa de 187 kilómetros que salió a mediodía de Solares (Cantabria). Es alzar Barredo sus brazos en señal de victoria y saltar Joserra las vallas de seguridad para entrevistarle como un miura saliendo al ruedo de Las Ventas. Encelado, a trompicones, el periodista alcanza al héroe del día, bien arropado por el resto de enviados especiales de la SER (emisora del Grupo PRISA, editor de EL PAÍS). En total, una veintena de personas entre periodistas y técnicos. Entre todos acorralan a Barredo y emiten en directo sus primeras palabras. El ambiente a pie de meta parece una contienda en la que soldados de ejércitos enemigos luchan todos contra todos por conquistar cada palmo de terreno. La veteranía es un grado. Joserra es voz, es alma y es deporte. Y ansias por llegar el primero. Periodismo puro. En vena.

José Ramón de la Morena no debería tener nada que demostrar a estas alturas. Y sin embargo lo parece. El larguero lleva veintiún años en antena y tres lustros como líder de audiencia. Pero él tiene ganas de rock and roll. Ha publicado su tercer libro, Los silencios del larguero: cuando fuimos campeones (Aguilar), un diario de sus experiencias en el Mundial de Sudáfrica que lleva vendidos desde agosto alrededor de 25.000 ejemplares. Mantiene inmune su ilusión por seguir a la vanguardia de la batalla por la información, midiéndose si hace falta cuerpo a cuerpo con la horda de reporteros que cubren la Vuelta. "Regresar a la Vuelta es una cura de humildad. Y una buena manera de exorcizar fantasmas", contestará a lo largo de varias conversaciones con El País Semanal. "Aunque esto ya no es lo que era", dice entre añorando el pasado y agradeciendo la manera de trabajar de hoy, con conexiones por satélite desde los coches y bien dotados stands de prensa. "Ya no me pongo hasta arriba de barro".

La imagen de un tipo embarrado y combatiente es la que conserva de Joserra en sus primeros años de oficio el ciclista segoviano Pedro Delgado, ganador de un Tour de Francia y dos Vueltas a España: "Le vi crecer desde la bici, radiofónicamente hablando. En las llegadas había cada día una batalla campal de las emisoras para recoger el primer testimonio de los ciclistas. Él era uno más que se abría paso a base de codazos. Nos ha conquistado a todos con un estilo de radio distendido y con toques de humor. Es el periodista deportivo número uno de nuestro país, como lo vienen demostrando las audiencias desde hace años".

Así es Joserra. Así es la radio que siempre ha querido hacer. Vibrante y cercana. Hablando de tú al oyente. "Los que me criticaban por el tuteo pueden tener su parte de razón, pero con el tiempo he llegado a permitirme esa confianza porque creo, para empezar, que por la noche la radio se escucha a solas". Cuando era niño soñaba con ser cronista de As, aquel diario de papel color fucsia-marrón que llegaba hasta el internado de los Escolapios. Allí le llevaron sus padres desde su Brunete natal a los nueve años. "Y allí se quedó mi infancia. Soy un sobreviviente del internado. Imagino que hoy esos lugares no tienen nada que ver con aquellos de pasillos lúgubres y estrechos, donde nos arrimábamos a los radiadores de la calefacción para escuchar la radio los domingos. He visto de todo: curas fantásticos, curas pederastas, profesores fabulosos y animales también. Fue una especie de autoescuela de la vida".

Su padre nunca quiso que fuera periodista. "Él pensaba que yo estaba llamado a otras cosas. A ser un buen abogado, un buen juez. Deseaba que mi padre estuviera un poco orgulloso de mí. He conseguido lo que quería, pero él nunca acabó de verlo. Mi madre es diferente, ella siempre fue una fan desde el principio".

Y el principio tiene fecha: 3 de septiembre de 1989. Atrás quedaban los programas matinales y de tarde en la redacción de deportes de la SER. Y más lejos todavía, las horas extraordinarias en un laboratorio fotográfico o las prácticas en Radio Intercontinental mientras estudiaba la carrera de periodismo. Aquella primera noche de El larguero intentaron convencerle hasta el último minuto de que quitase el Ra, ra, ra de la sintonía de Benito Moreno que hoy constituye un emblema de la radio deportiva. Joserra no tragó. "Decidí que si me cambiaban aquello, no empezaba. Esa melodía representaba lo que yo quería hacer". Un show ameno. Alejado de excesivos tecnicismos. "Nunca me propuse hacer un programa para expedir el carné de entrenador". Los años le dieron la razón. En 1995, El larguero pulverizaba la hegemonía de José María García. Desde entonces, Joserra es el líder absoluto de las noches de radio deportiva. Le avalan cerca de un millón y medio de oyentes.

"Oye, Pau, y cuando se consiguen los sueños, ¿qué cambia?"

(Barcelona. Hotel Princesa Sofía. 15-09-2010)

El Barça golea cinco a uno al Panatinaikos en el Camp Nou durante la primera jornada de la Liga de Campeones de esta temporada. A pocos metros del estadio, Joserra espera el pitido final del partido para empezar su función de noche. En directo, desde el hotel Princesa Sofía de Barcelona, sesión de El larguero con Pau Gasol y la actuación de Amaral.

A las once, Joserra escribe a mano sobre una pequeña libreta rectangular el esqueleto del programa. A sus 54 años mantiene un aspecto firmemente pulcro y perfumado, entre casual y deportivo, hoy vestido con pantalones vaqueros, mocasines marrones y pulóver azul marino. Es un tipo alto, rondando el metro ochenta y tantos. Y coqueto. Alguna cana furtiva asoma por la patilla. Dispuesto a arrancar motores, bebe de una botellita de agua, propina una palmada en el hombro del cronista y dice: "Hoy será una cosa tranquilita".

Nadie lo diría. El pívot de Los Angeles Lakers, Pau Gasol, acabará cantando con el dúo Amaral después de conceder una entrevista en la que hablará de su vida en Estados Unidos, el amor por su novia -presente en la sala- y otros asuntos que retratan a la megaestrella de la NBA a ras del suelo. Y todo con el tono marca de la casa:

-De joven no tuve mucha vida social. Me dediqué a perseguir mis sueños…

-Oye, Pau, y cuando se consiguen los sueños, ¿qué cambia?

-Intento mantener mis valores, los que me han traído hasta aquí. En Los Ángeles paso mucho tiempo en casa. Es mi santuario.

-¿Cómo es?

-Una casa cerca de la playa.

-Está fría el agua allí, ¿eh? Metes un pie y sacas un muñón…

Gasol parece haber olvidado que habla ante un micrófono. Quizá sea ese el secreto de Joserra. Maneja la escena con un lenguaje cercano, próximo al banco de la plaza del pueblo, que conquista al más precavido a la hora de hablar de sí mismo. "Cuando algunas veces me dicen 'paleto', me siento bien definido. Me considero un paleto. No lo veo como algo despectivo, sinónimo de inculto o gañán. Entiendo por eso a quien le impresiona la ciudad. Y a mí, la ciudad me sigue impresionando. Una de las razones por las que sigo viviendo en Brunete y nunca quise irme a Madrid es por la forma de hablar. El vocabulario de El larguero habría cambiado mucho si hubiera dejado Brunete". Y así, entre dichines y anécdotas, Gasol va soltando declaraciones que incluso nada tienen que ver con el deporte. Al marcharse, el baloncestista afirmará a El País Semanal: "Joserra es un símbolo de la radio nacional". Antes dejó momentos de radio como estos:

-Supongo que tendrás tus ideas, Pau, tu ideología…

-Nunca me he informado lo suficiente para decantarme. Soy bastante apolítico. Me parece un mundo bastante turbio y complicado como para opinar.

-Oye, ¿y qué tal los actores de Hollywood? Ese Jack Nicholson, que parece el Manolo el del Bombo de los Lakers…

-[Carcajadas].

-Y a Obama también le has conocido

-Pero ese no es actor. De primeras ya te impresiona. Jugué con él al basket en un pabellón cerca de la Casa Blanca. Después hicimos una barbacoa.

-No mancharíais nada, ¿eh? Oye, y una barbacoa para vosotros, los jugadores de la NBA… ¡Necesitaréis ocho o diez bisontes!

"No se trata solo de deporte"

(Madrid. Redacción de la SER. 16-09-2010)

En la ultramoderna y renovada redacción de programas de la SER, la radio líder en España (más de cuatro millones y medio de oyentes), el equipo de deportes capitaneado por Laura Martínez bulle a toda máquina ante las pantallas de plasma que emiten partidos de fútbol de competiciones europeas durante un jueves a las ocho de la tarde. Carlos Bustillo, un hombre a un teléfono pegado, nacido en Astudillo (Palencia) hace 42 años, toma asiento al lado de la puerta del despacho de Joserra. Muy cerca teclean e intercambian impresiones y chascarrillos Antonio Martín Valbuena, David Alonso, Manuel Esteban, Manolete, y otros componentes y colaboradores de El larguero. Para Bustillo, productor de este espectáculo radiofónico, el resultado de las sinergias que presenciamos es "un programa de autor. No se trata solo de deporte… Si solo consistiera en eso, no atraería a audiencias de gente joven y personas muy mayores".

A las nueve y media de la noche, Joserra se zampa un bocadillo de salchichón que Pepi, su secretaria, le ha comprado en una tienda de alimentación de la Gran Vía madrileña. Le espera una larga noche. Como siempre, no acabará hasta que llegue, bien entrada la madrugada, a su casa de Brunete (Madrid) y pueda tomar un consomé, leer los periódicos del día siguiente y preparar el próximo programa mientras su familia duerme plácidamente desde hace horas. "La radio me ha hecho insomne", reconoce. "Ya no me espera levantado ni el perro. Supongo que a María del Mar, mi mujer, le debo bastantes noches".

-¿Y hasta cuándo seguirá así?

-Si me hubieras preguntado esto hace un año, te habría dicho que no demasiado. Ahora, las movidas en la SER [la renovación de Carrusel deportivo tras la salida de una parte de su equipo] me han dado fuerza. Y creo que debo aguantar toda esa presión durante al menos un tiempo. Me veo así hasta que se considere que soy útil a esta casa. En algún momento me daré cuenta de que no soy útil. Y me quitaré de en medio. En silencio.

-¿Ha visualizado ese día?

-En mis pesadillas es un pasillo largo y una puerta al final que se abre y se cierra. Y ya no sé qué es de mí. Pero detrás de esa puerta imagino nubes y mucha paz.

-¿La SER tiene estrellas o las fabrica?

-La SER puede permitirse el lujo de fabricar estrellas. De todas formas, no creo en ellas. Las estrellas brillan porque hay un sol que las alumbra. McLuhan tenía razón: el medio es el mensaje.

-¿Para qué le ha servido el éxito?

-Te cambia, aunque tú no lo creas. Mi éxito ha sido permanecer tantos años en el mismo escenario. Cuando llega, siempre tienes la tentación de cambiar ante las ofertas. Te consideras mejor de lo que eres. Piensas que no te valoran. A mí me ha pasado. Nos pasa a todos. Al recibir tratamiento de estrella tiendes a equivocarte. Y cuando te confundes empieza la perdición. Yo lucho con no confundirme; a veces tengo dudas de que pueda estar en el camino hacia mi perdición.

-Ha dicho en muchas ocasiones que no es bueno entrar en las trincheras de la guerra por la información en este país. Sin embargo, lo ha hecho a menudo. ¿Por qué?

-No me considero un buen ejemplo, ni pretendo serlo para nadie. En cada momento hice lo que honestamente pensaba que debía hacer. Jamás me he metido con un compañero sin que antes se produjera una provocación. Desde que llegué a esta profesión tuve claro que no me iba a dejar pisotear.

-¿Es difícil escapar de la vanidad cuando se tiene tanto poder ante el micrófono?

-Nunca me he sentido poderoso. El poder lo da la audiencia. Hoy es más difícil pastorear a las masas.

"En esta escalera está mi historia sentimental"

(Plaza Mayor de Brunete. 2-10-2010)

Brunete. Treinta kilómetros al oeste de Madrid. Diez mil habitantes. Tierra natal de José Ramón de la Morena. A media mañana de un sábado de principios de octubre, el sol pica a conciencia en su plaza Mayor. En un extremo, junto a las escaleras de subida a la iglesia del pueblo, dos placas recuerdan el triste pasado de esta reconstrucción de granito rodeada de viviendas de dos plantas con tejado a dos aguas que Francisco Franco mandó rehacer bajo su mando dictatorial: "Esta plaza perpetúa la gran victoria de la Batalla de Brunete en nuestra gloriosa cruzada de liberación".

Una de las casitas de la plaza acoge la antigua vivienda del secretario del Ayuntamiento. Aquí empezó todo. Aquí vivió el niño Joserra, hijo de Isidora y del secretario municipal. "En esta escalera está mi historia sentimental", dice el locutor señalando los peldaños que conducen a la puerta de la iglesia. "Por aquí subí a hacer la comunión, a casarme, a bautizar a mis hijos, a celebrar el funeral de mi padre…". Pero hay más. "Allí, en ese otro extremo de la plaza, estaba la taberna de Fidel, donde yo colgaba mis primeras crónicas de los partidos cuando era niño. Y en la pared de atrás de la iglesia jugábamos al frontón. El cura, don Ángel, salía siempre detrás de nosotros. ¡Nos soltaba unos caponazos!".

Con Luciano y Javier corría el niño Joserra delante del cura escapando de sus collejas. Hoy siguen siendo sus mejores amigos. A Luciano es fácil encontrarle coordinando la frenética actividad de la Escuela de Fútbol de Brunete, auspiciada por la Fundación El Larguero que preside Joserra y cuyo director deportivo es el futbolista retirado Argenta. Unos 300 niños entrenan en sus instalaciones del campo de fútbol del pueblo, donde se celebra cada año el afamado Torneo de Brunete. Aquí han brillado chavales que después se convirtieron en estrellas del balompié, como el autor del gol que dio a España el Mundial de Sudáfrica. Andrés Iniesta evoca por teléfono cómo conoció a Joserra con 12 años. "Me eligieron mejor jugador del campeonato de Brunete y el último día fui a su programa. Me vio como a un buen chico. Desde entonces, en todo momento ha tenido una fe ciega en mí. Y algunos le han criticado por eso. Hoy disfruto del momento profesional que estoy viviendo, pero también disfruto por él, por la apuesta que hizo por mí. Me alegro de que saliera bien".

Fernando Alonso, rutilante piloto de fórmula 1 de Ferrari, también conoció a Joserra siendo un niño. "Hablé con él por primera vez cuando solo tenía tres o cuatro años, siempre me ha parecido un gran reportero de radio", recuerda Alonso por correo electrónico horas antes de disputar el pasado Gran Premio de Japón. Juntos han llegado a realizar programas muy especiales, con las tropas españolas desplegadas en Líbano e incluso en el interior de una mina asturiana. Y mantienen una relación fluida. "Me telefonea a menudo", reconoce Alonso. "Cuando consigo buenos resultados. Y cuando las cosas no van tan bien".

Los ha conocido a todos. Ha contado sus hazañas. Ha sido la voz más influyente de los éxitos de los deportistas españoles en los últimos veinte años. Muchas de esas conquistas permanecen vivas en su casa a las afueras de Brunete. Un sótano acoge allí el más completo museo de la historia viva del deporte español, así como recuerdos de héroes radiofónicos como Carlos Llamas o muletas y trajes de torear de su amigo José Tomás. El león del Tour de Perico Delgado; el maillot amarillo del primer Tour de Induráin; las camisetas de los Lakers de Gasol o las de Nadal en Roland Garros; la de Butragueño en el Mundial de Italia 90, la de Caminero en Estados Unidos o la de Iniesta en Sudáfrica; las botas del guaje Villa… Estas vitrinas repletas de vestigios de valor incalculable encierran en el fondo su propia vida. Una vida de pura competición.

En esta casa escribirá su novela, la que lleva muchos años maquinando y no ha tenido tiempo de redactar. Pero eso será más adelante. Aún quedan muchas madrugadas en vela. Esta noche debe sonar de nuevo la melodía que precede a la voz de un insomne empedernido. Es la canción que otros tantos cientos de miles de insomnes como él anhelan escuchar para paladear el final del día con un buen rato de radio, vibrando con los héroes de la jornada e historias que van mucho más allá del deporte. ¡Ra, ra, ra!  

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Sobre la firma

Quino Petit
Es redactor jefe de Comunicación y Medios en EL PAÍS. Antes fue redactor jefe de España y de 'El País Semanal', donde ejerció como reportero y publicó crónicas y reportajes sobre realidades de distintas partes del planeta, así como perfiles y entrevistas a grandes personajes de la política, las finanzas, las artes y el deporte

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