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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Recuperación vacilante

La reactivación mundial tropieza con la debilidad de la banca y el riesgo proteccionista

El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de emitir un dictamen cauto, lleno de prevenciones, sobre la recuperación económica mundial. Existe, sin duda, porque el Fondo asegura que este año el crecimiento mundial será del 4,8% y del 4,2% en 2011; pero rebaja la previsión para el año próximo en una décima sobre el pronóstico anterior, porque la reactivación parece muy desequilibrada y frágil. Mientras que los países emergentes (China o Brasil entre otros) crecerán este año a una tasa media del 7,1% y del 6,4% el próximo, los industrializados lo harán a ritmos apenas superiores al 2%. Lo que se llama una recuperación con dos velocidades.

El análisis del FMI no es nuevo, pero sí pone el énfasis en dos aspectos de la economía mundial que se adivinan como potencialmente peligrosos. El primero es la tendencia a manejar los tipos de cambio de las divisas con criterios autárquicos, que solo puede acabar en el proteccionismo más descarnado. Las intervenciones unilaterales para bajar el tipo de cambio con el fin de favorecer la exportación son enteramente inútiles. Sus efectos se agotan con rapidez. Con buen criterio, algunos economistas, como Dominique Strauss-Kahn, han propuesto que se coordinen las políticas cambiarias de los países con grandes superávits corrientes (como China), que crean burbujas financieras allí donde invierten sus excedentes, con las de los países deficitarios (como Estados Unidos). La idea tropieza con una dificultad obvia: esa coordinación solo podría ejecutarla el FMI en caso de que contara con la autorización de las áreas en conflicto (euro, dólar, yen) y tuviera capacidad para emitir Derechos Especiales de Giro. El plazo mínimo para reorientar el FMI en esta línea no sería inferior a un año y medio.

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El segundo obstáculo es la parálisis bancaria. El crédito sigue en una fase de contracción que obstaculiza la recuperación mundial, europea y española. Las entidades de crédito no han digerido los costes de la crisis. Tienen que refinanciar una deuda de más de tres billones de euros en los próximos dos años y el peso muerto en sus balances implica que no están en condiciones de financiar la recuperación.

Las dudas no son de menor cuantía. O las entidades financieras se recapitalizan con rapidez o la reactivación mundial corre el riesgo de griparse en cualquier momento. En el caso de España, el FMI no revela nada insólito. Supone que este año la economía se contraerá el 0,3%, lo que dice el Gobierno español, pero con sentido común sitúa la tasa de crecimiento en 2011 en el 0,7%, lejos de ese 1,3% que pronostica el Ministerio de Economía sin argumentar en qué se funda un salto desde el -0,3% al 1,3%. En España, como en el resto del mundo, la recuperación solo empezará a carburar cuando bancos y cajas liberen el flujo crediticio. Para eso falta tiempo. Exactamente el necesario para ejecutar el ajuste real de costes implícito en las fusiones financieras, hasta ahora pintadas en un papel, y el que requiera la recapitalización de las entidades de crédito.

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