Frenazo en la UE a la liberalización de los transgénicos
Los grandes países impiden que la Comisión deje la cuestión a los Estados
Los planes de la Comisión Europea de conceder autonomía a los Gobiernos para cultivar o no productos transgénicos (OGM) chocaron ayer frontalmente con las propias ideas de una mayoría de socios comunitarios, entre ellos España, que insisten en que la política a seguir sobre los OGM ha de ser pactada de mutuo acuerdo y aplicada por todos. La última palabra depende de los ministros de Medio Ambiente, que se reunirán el día 14 y se oponen a esta idea aún más que lo que ayer se opusieron los de Agricultura.
La estratagema del comisario de Sanidad, el maltés John Dalli, partidario de dar salida al mercado a los productos genéticamente modificados, se basa en la imposibilidad de lograr un acuerdo. Siempre hay un grupo suficientemente grande de socios comunitarios para bloquear cualquier decisión. "El actual sistema de autorización no funciona", reiteró ayer Dalli, en lo que debe entenderse como un gesto de que no tira la toalla.
Su idea era dejar que los Estados decidieran si permitir el cultivo o no de transgénicos en su territorio al tiempo que se autorizaba la libre circulación de sus derivados en atención a las obligaciones contraídas en la Organización Mundial de Comercio.
Los grandes países agrícolas de la Unión, incluida España, se han alzado contra la estrategia liberalizadora de Dalli. "Debe haber unanimidad, porque en caso contrario se fracciona el mercado interior", decía la ministra española de Agricultura, Elena Espinosa. Para el Gobierno español, el proyecto de Dalli "supone la renacionalización de la política agrícola".
"Italia no apoya la propuesta de la Comisión", señaló el ministro italiano. "Eso de que cada uno decida por sí misma los fundamentos de la Política Agrícola Común", la PAC. El mayor beneficiario de la PAC abundó en la idea: "Francia desea que la decisión sea común. Dejar que cada país decida sería una mala señal para los ciudadanos y para la PAC". Alemania mantuvo que el proyecto de Dalli no es compatible ni con el mercado interior ni con la OMC.
"Hay demasiadas reservas en una gran mayoría de países sobre la pertinencia de conceder más competencias a los Estados", resumió la ministra de Agricultura belga y presidenta de turno de la UE, Sabine Laruelle. "No será en un par de meses cuando lleguemos a un acuerdo". Y la próxima reunión clave será el 14, cuando deben de pronunciarse sobre el plan de Dalli los responsables de Medio Ambiente.
Dalli no renuncia. Los transgénicos "son una realidad en el mundo actual", señala el comisario. "Europa no puede quedarse con los brazos cruzados y negarse a ejecutar políticas de innovación responsable".
En la actualidad, solo se cultivan dos transgénicos en la UE: el maíz 810 del gigante americano Monsanto, del que España es el principal productor en los Veintisiete, y la patata Amflora de la BASF germana. Más de una docena de otras variedades están a la espera de autorización. El maíz 810 está vetado en seis países (Alemania, Austria, Francia, Grecia, Hungría y Luxemburgo), mientras Polonia tiene prohibido el cultivo de transgénicos. Amflora se cultiva con objeto industrial (almidón para fabricar papel) en la República Checa, y en Alemania y Suecia como semilla.
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