"Me siento rara cuando me aplauden"
Diana Garrigosa, esposa de Maragall, sorprendida por la acogida del documental
Sentada delante de un café solo, Diana Garrigosa (Barcelona, 1944) aparece mucho más cercana y frágil que horas antes en la rueda de prensa del documental Bicicleta, cuchara, manzana, filme de Carles Bosch sobre los dos últimos años de la vida de Pasqual Maragall, en concreto desde que anunció que sufría Alzhéimer. Garrigosa es la esposa del ex alcalde de Barcelona y ex presidente de la Generalitat, la vicepresidenta de la Fundación Internacional Pasqual Maragall, que se centra en la lucha contra este mal y, sobre todo, un puntal de apoyo en la estructura familiar. Bicicleta, cuchara, manzana, incide su director, no es un documental sobre Maragall sino sobre la enfermedad que sufre. Cierto, pero ahí está detrás Garrigosa, creciendo a lo largo del metraje.
El filme, presentado en la sección oficial fuera de concurso, ha provocado un terremoto emocional en Donostia. En su proyección han llorado la prensa, el público de la calle y el alcalde de la ciudad. "Me siento rara cuando la gente aplaude tras ver el documental. Nosotros no somos actores. Mi marido un poco más, porque está acostumbrado a esta faceta pública. Tengo la impresión de que ha tenido una gran acogida. He de reflexionar". Mientras Bosch muestra las investigaciones actuales contra este mal neurológico, mientras Maragall crea su Fundación, Garrigosa lucha por lograr su espacio, por no convertirse en el policía malo que coarte la libertad de su marido "como cuidadora principal". Y eso se ve incluso en cómo su peinado mejora en pantalla: reconoce que gana su libertad en detalles a veces nimios como poder ir a la peluquería.
"La expectativa era que cuando dejara la política pasaríamos más tiempo juntos, cosa que es cierta, pero no de esta manera. Podría ser absorbente; descubrí a tiempo tras el diagnóstico que no me debía dejar arrastrar". Garrigosa insiste en el objetivo del filme: "Es una iniciativa de la Fundación. Cuando a Pasqual le diagnosticaron la enfermedad, no teníamos casos cercanos entre la familia o amigos. ¿Qué podíamos hacer? Yo empecé a leer libros, creamos la Fundación y decidimos rodar un filme para desenmascarar los males neuronales degenerativos". Y pone el dedo en la llaga: "Pronto se convertirá en una pandemia. Nuestro caso es diferente, pero me angustian mucho los casos más normales, los de una pareja de ancianos que vivan en un piso, que solo se tienen entre ellos, y un buen día a uno le diagnostican la enfermedad. Quiero que el filme sirva como llamamiento. A mí me venía muy grande, pero teníamos cerca a un amigo, el periodista Carles Bosch". Tras ver la película por primera vez, le sorprendió mucho una secuencia. "Esa en la que Pasqual echa a todo el equipo, se queda con Bosch y le confiesa que se hace fotos delante del espejo por la mañana al afeitarse".
¿Y ahora? ¿Y el futuro? "Intentamos convertir esta mala jugada del destino en algo mejor. No me gusta vivir con miedos ante el futuro. Siempre he sido un poco irresponsable. Sabemos que esto acabará mal pero, ¿por qué pensar en lo que será? Disfrutemos en lo que es, en un día maravilloso como hoy".
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