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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La última piedra en el zapato

Ramón Lobo

No es la primera vez que Belgrado escenifica la persecución de su criminal de guerra más notorio, el general serbobosnio Ratko Mladic, acusado de genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en Bosnia-Herzegovina.

Son muchas las noticias que se publican estos días sobre el paradero de Mladic. El diario Blic informó de la incautación de un ordenador en la casa de Branislav Puhalo, guardaespaldas del general, que contenía correos electrónicos de Mladic que abren vías de investigación. La policía busca a Puhalo y a otras tres personas relacionadas con la protección del prófugo. Ya sucedió en septiembre de 2006, cuando se celebró un juicio contra 11 personas vinculadas a la red de apoyo. Parecía que su detención era el primer paso para la caída de Mladic. No fue así.

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El gran cambio se produjo en mayo de 2007 con la rocambolesca captura de Zravko Tolimir, general, criminal en Bosnia y el hombre que le organizó la vida en la clandestinidad a partir de 2002. La detención de Tolimir se produjo tras unas supuestas negociaciones en las que Mladic exigió una fuerte suma de dinero y garantías para su familia. No hubo acuerdo.

Un sector de los servicios secretos serbios protege a Mladic. El presidente Borís Tadic nunca ha tenido poder para capturarle. El Gobierno de Serbia estuvo en manos de Vojislav Kostunica, un nacionalista que acabó en el bando antieuropeo. Las elecciones de 2007 alumbraron una coalición en la que participa el Partido Socialista Serbio, de Milosevic, reconvertido. Esta alianza, impulsada por Bruselas, permitió a Tadic tener por primera vez un Gobierno demócrata aunque ha visto mermada su capacidad de digestión tragando la independencia de Kosovo.

Aun sin asumir la pérdida de lo que considera la cuna de la nación serbia, y tras el fallo de la Corte Internacional que no consideró ilegal la declaración de independencia de esta antigua provincia serbia violentada por las tropas de Milosevic en los noventa, Serbia se siente en el camino correcto hacia la UE. La supresión de la exigencia de los visados para viajar a Europa ha liberado a miles de ciudadanos de la humillación de las largas colas ante las embajadas.

Mladic es la última piedra en el zapato y la oportunidad de poner en marcha una catarsis. La captura de Karadzic en julio de 2008 no debió ser tan casual como se presentó sino parte de un pacto del Gobierno serbio con sus servicios secretos: entregamos al psiquiatra pero no al general que una parte importante de los serbios considera un héroe.

La UE, que impuso la captura como condición para la adhesión, ha comprendido (falta Holanda, traumatizada aún por su papel en Srebrenica) que lo importante es alejar a Serbia de su pasado criminal. Mladic caerá solo. Dos principios que no hay que olvidar en los Balcanes: es más realista ser pesimista y nada es imposible.

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