El secuestrador estuvo presente en la liberación de los cooperantes
Omar Saharaui condujo el todoterreno que tomaron Vilalta y Pascual en Malí
La rama magrebí de Al Qaeda organizó, el domingo a mediodía, un acto de despedida y entrega de sus dos rehenes españoles, Albert Vilalta y Roque Pascual, al mediador Mustafá Chafi. En esa ceremonia, celebrada en medio del desierto, había un invitado muy especial: Omar Ould Sidi Ahmed Ould Hamma, apodado Omar Saharaui, el hombre que organizó el secuestro de los tres voluntarios.
Los dos cautivos le miraron y reconocieron el cabello blanco de ese hombre maliense de 51 años, que les apresó el 29 de noviembre pasado, en la principal carretera de Mauritania, según fuentes conocedoras de la negociación que acabó con la liberación de Vilalta y Pascual. Además, circularon un rato en el mismo todoterreno; la productora mauritana Sahara Media obtuvo una grabación de ese momento, en el que, según Efe, incluso llegaron a bromear con su captor: "Omar nos llevó a hacer una excursión en el desierto".
Los rehenes bromearon con el mercenario: "Nos llevó de excursión"
Omar Saharaui había llegado a ese lugar del desierto poco antes. Los terroristas de Al Qaeda querían comprobar que el delincuente al que encargaron el secuestro a cambio de 15.000 euros había sido excarcelado y estaba bien de salud. Solo entonces confirmaron a Chafi la liberación.
Cinco días antes, el 11 de agosto, el tribunal de apelación de Nuakchot (Mauritania) había ratificado la condena de Omar Saharaui a 12 años de trabajos forzados por organizar este secuestro. "El mismo día de mi segundo juicio, agentes mauritanos me dijeron que pronto volvería a Malí", declaró ayer, martes, en una entrevista al corresponsal de la agencia francesa AFP en Bamako (Malí).
Sidi Bounena, su abogado, dijo a EL PAÍS que su cliente "no tenía causas pendientes en Malí, y ese país tampoco había solicitado su extradición a Mauritania". En Malí estaba fichado como "contrabandista de tabaco y traficante de inmigrantes". Aún así, el 16 de agosto "tres agentes le acompañaron en avión hasta Bamako".
"Me dijeron entonces que el asunto estaba terminado", prosigue Omar Saharaui en su entrevista. Fue liberado sin más trámites. Emprendió entonces rumbo al norte de Malí para encontrarse con los terroristas, para los que reconoció implícitamente trabajar. "Yo hago negocios", explicó a AFP, "y si uno le vende algo a alguien que es de AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico), eso no quiere decir que uno sea de AQMI". Él les vendió tres rehenes.
Omar Saharaui no es terrorista. Ni siquiera islamista. Pertenece a una tribu árabe asentada en Malí y en Mauritania, y está casado con una mujer del Sáhara Occidental a la que conoció cuando hacía negocios con los refugiados de los campamentos de Tinduf. De ahí su apodo. Habla hassanía, el dialecto árabe de los saharauis y buena parte de los mauritanos.
Mokhtar Belmokhtar, el terrorista argelino en cuyo poder estuvieron Vilalta y Pascual, se empeñó primero en obtener la excarcelación del que fue años atrás su lugarteniente, el mauritano Tagui Ould Yussef, pendiente de juicio en la prisión central de Nuakchot, en la que ingresó el 5 de mayo tras ser extraditado por Níger. El presidente mauritano, el general Abdelaziz, no cedió, y Omar Saharaui se convirtió entonces en la segunda opción de Belmokhtar.
Omar Saharaui fue detenido, según denunció su abogado, en febrero en el norte de Malí por un comando mauritano, una información desmentida por las autoridades de Nuakchot. Durante los interrogatorios policiales reconoció su papel en el secuestro, pero luego en el juicio lo negó: "Si hice esa confesión, es que he mentido".
Las autoridades francesas respondieron ayer a la nota enviada por Al Qaeda a EL PAÍS en la que asegura que la liberación de los cautivos españoles es "una lección para los políticos franceses", a los que los terroristas acusaron de romper, en julio, la negociación para liberar a Michel Germaneau, rehén decapitado hace un mes. "No hemos tenido la posibilidad de entrar en contacto con Al Qaeda para que ponga en libertad a Germaneau", dijo Claude Guéant, secretario general de la Presidencia. "Cuando la vida de un francés corre peligro, Francia siempre está dispuesta a negociar".
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