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El Gobierno acusa el golpe en el Congreso por las denuncias de acoso sexual

Feijóo espeta a Sánchez: “A usted le han explicado feminismo en los prostíbulos”

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), este miércoles en el Congreso.Foto: J.J. Guillén (EFE) | Vídeo: EPV
Xosé Hermida

Gabriel Rufián quiso este miércoles invitar al hemiciclo a sumergirse en “dos minutos de realidad”. “Más allá de Ábalos, de Koldo, de Cerdán, de Salazar…”, acotó el portavoz de ERC, que quería bajar a Pedro Sánchez de la nube eufórica de la macroeconomía y hacerle ver que “a la gente no le da” para llenar la mesa ante las fiestas de Navidad. Los murmullos de desaprobación surgieron de inmediato en la bancada del PP.

Para los populares apenas existe otra realidad distinta de todo eso que Rufián quería arrumbar por al menos dos minutos: la corrupción, la prostitución y ahora los casos de acoso sexual surgidos en las filas socialistas. El PP ha visto ahí un filón para recuperar el voto femenino y se ha lanzado con todo. De tal modo que en la última sesión de control al Gobierno de este año incluso quedó en un segundo plano la sentencia contra el ex fiscal general del Estado, calentita del día anterior. Las palabras, los gestos, las caras con que reaccionó el Ejecutivo dejaron pocas dudas: está acusando el golpe.

Es raro que el presidente del Gobierno prescinda de casi medio minuto del tiempo disponible para responder al líder de la oposición. Tampoco resulta habitual ver al siempre decidido Félix Bolaños, ministro de la Presidencia y Justicia, con un rictus aprensivo como el que le embargaba mientras la portavoz del PP, Ester Muñoz, blandía las fotos de los antiguos colaboradores de Sánchez ahora acusados de corrupción, de lenocinio o de acoso sexual. Para defenderse, el Gobierno tiró de manual: la cohabitación del PP con Vox, la humilde petición de disculpas o los casos semejantes que salpican a cargos populares. La sesión de control que cerraba 2025 se fue consumiendo mientras el Ejecutivo braceaba para salir de las cuerdas.

Alberto Núñez Feijóo citó a Sánchez la lista de esos nombres que Rufián quería olvidar por dos minutos y sentenció: “Usted es uno de ellos”. Y aún clavó más a fondo: “Las lecciones de feminismo se las han debido de explicar en los prostíbulos”. El presidente se revistió de su versión más humilde. Trató de justificarse alegando que el acoso es un problema “estructural” y que el PSOE castiga a los implicados mientras el PP mantiene a alcaldes como los de Algeciras y Estepona con denuncias semejantes. Al final subió un poco el tono para manifestar que el verdadero problema para las mujeres proviene de la “coalición negacionista” de PP y Vox.

El asunto, como es costumbre, fue pespunteando la mayoría de intervenciones del PP, incluso cuando las preguntas iban por otros derroteros como la política exterior o la peste porcina. Ester Muñoz se mostró particularmente incisiva aireando los detalles más sórdidos del caso Salazar. No alcanzó las cotas de su compañero Jaime de los Santos, quien concluyó así la pregunta a la ministra de Igualdad, Ana Redondo: “Lo que hacen es callar orgías, callar denuncias y bajarse la bragueta”. Su compañero de escaño, el veterano de mil pendencias Rafael Hernando, se volvió hacia él aplaudiendo a rabiar con una sonrisa que no le cabía en la cara.

Envuelto en el embriagador perfume de las encuestas favorables, Santiago Abascal llegó con un renovado empaque presidencial. La prueba: no insultó a Sánchez ni una sola vez. Tampoco se adentró apenas en los terrenos escabrosos por donde transitaba el PP. El líder de Vox se atuvo a sus temas de siempre, como la inmigración —alertó del peligro de una “España sin españoles”— o el “fanatismo verde”. Sánchez se lo quitó de en medio con otro recurso habitual: “Usted solo dice bulos, solo desinforma”. En cuanto al interés de Rufián por hablar de la cesta de la compra, el presidente siguió aferrándose al buen comportamiento macroeconómico. Y aprovechó para colocar la idea con la que el PSOE intenta contrarrestar la ofensiva sexual del PP: la privatización de la sanidad en las comunidades que gobierna la derecha.

La sesión de control avanzaba y la condena contra el fiscal general parecía ajena a las inquietudes de la oposición. Hasta que llegó el turno de Miguel Tellado. El secretario general del PP se estrenó con un calificativo que aún no se había oído ni al club de fans de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que nutre las tertulias madrileñas: dijo que la sentencia es “demoledora”. A la mitad del hemiciclo le entró la risa. Tellado acusó al Gobierno de atacar al Supremo. Bolaños precisó que una cosa es respetar las decisiones judiciales y otra es disentir de ellas. “Discrepo de la sentencia y, después de haberla leído, las dudas se mantienen”, afirmó. “Creo que cabía una interpretación más favorable al principio de presunción de inocencia y a la prueba practicada en el juicio”. Como remate, recordó que está a punto de caducar el mandato de cuatro magistrados del Tribunal Constitucional y retó a Tellado a sentarse de inmediato a negociar los sustitutos.

El resto de la sesión se acercó más a lo que hubiera deseado Rufián. Y confirmó algunas apreciaciones. Por un lado, la coincidencia de argumentos de PP y Junts para culpar a las “políticas ambientalistas” del brote de peste porcina en Barcelona. Por otro, la creciente insatisfacción de la izquierda con la falta de medidas para frenar la escalada de precios de la vivienda, evidenciada en las preguntas de Oskar Matute, de EH Bildu, e Ione Belarra, de Podemos, a la ministra Isabel Rodríguez. El choque entre estas dos últimas resultó particularmente agrio. “Cuesta trabajo creerlo”, reprochó Rodríguez a su interlocutora, “pero, en un momento de su vida, usted compartió mesa del Consejo de Ministros con esta ministra y este Gobierno”.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.
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