“No vamos a dormir tranquilos”. Al menos 22 muertos en la ciudad marroquí de Fez en el derrumbe de dos edificios
El siniestro se produjo durante la noche, cuando dos inmuebles sobreelevados sin licencia se vinieron abajo. Hay numerosos heridos, varios de ellos muy graves

Al menos 22 personas han fallecido y otras 16 han resultado heridas, varias de ellas muy graves, tras el derrumbe de dos edificios residenciales contiguos en la ciudad de Fez, 200 kilómetros al este de Rabat. El siniestro se produjo poco antes de la medianoche del martes al miércoles en el barrio Al Mostaqbal (El Porvenir, en árabe), un distrito periférico, cuando dos inmuebles de varias plantas de altura colapsaron.
Se trata de un “balance preliminar”, según la Fiscalía de Fez, que ha abierto una investigación. En los dos edificios vivían en total ocho familias. Los inmuebles que se han derrumbado habían sido construidos en 2007 con una licencia para planta baja más dos plantas, pero se elevaron por encima del permiso oficial.





Uno de los edificios, de cuatro plantas de altura (dos más de las permitidas) estaba desocupado, mientras en el otro, de cinco plantas y habitado por al menos ocho familias, se celebraba una fiesta de aqiqah, ritual islámico para la presentación social de un recién nacido.
“No vamos a poder dormir tranquilos. Estamos asustados. Vivimos en un quinto piso, y en la misma calle donde se produjo el derrumbamiento”, aseguraba Shuría, de 40 años, madre de cuatro hijos “Aquí no ha venido nadie a inspeccionar las casas”, lamentaba esta vecina próxima al lugar del siniestro.
Este barrio de sencillos bloques de pisos, en el distrito de Bensuda, surgió en el suroeste de Fez en terrenos que ocuparon poblados de chabolas hasta comienzos de siglo, y sin aparente control urbanístico. Alineados en calles asfaltadas o pavimentadas con cemento, salvo en los descampados que ocupan un mercado popular y la parada de taxis colectivos, cada inmueble presenta distinta configuración y acabado. Cables de todo tipo cruzan fachadas y tejados, donde asoman antenas parabólicas y conexiones a internet.
Hombres y mujeres abrigados tanto a la usanza tradicional como con prendas modernas observaban a pie firme la tragedia de sus vecinos bajo la lluvia y el frío de las afueras industriales de Fez. Solo quedaba un terreno sembrado de cascotes y hierros retorcidos en donde pocas horas antes se alzaban casas como las suyas. Las mujeres servían fuentes de cuscús a los miembros de los equipos de rescate, que se retiraban antes de la caída del sol del miércoles. Los hombres deambulaban absortos entre los escombros.
“Los supervivientes dijeron que habían caído algunos cascotes con las lluvias de la semana anterior”, explicaba Mohamed Chubaid, de 37 años, un informático que había venido a echar una mano desde un barrio cercano. Los residentes todavía con vida de las casas que se vinieron abajo están todos en el hospital: en una cama o acompañando a familiares heridos.

“Yo hubiera muerto también”
“Si el derrumbamiento se hubiera producido por la mañana yo habría muerto también”, explica el mecánico Adelkrim Huja, de 36 años, con cara de desconcierto, que tenía un taller de pintura del automóvil en el local de uno de los edificios, mientras señala la pieza de un chasis pendiente de repasar en medio de un solar de escombros. Vivía en la planta baja con nueve miembros de su familia en el inmueble donde perecieron todas las víctimas hasta que hace pocos años se mudó a un piso cercano.
“Antes estábamos en una chabola, como todos los de este barrio, hasta que el Estado nos dio terrenos para edificar y se derribaron los poblados entre 2005 y 2006”, recupera la memoria colectiva de un distrito de habitantes de infraviviendas realojados en programas de autoconstrucción al comienzo del reinado de Mohamed VI. “Ahora no tengo nada para vivir. Solo espero la ayuda de Dios”, se lamenta consolado por tres convecinos.
El precio de un piso en Al Mostaqbal llega hasta los 150.000 dirhams, algo menos de 15.000 euros, 500 veces el importe del salario mínimo en Marruecos. Un alquiler medio oscila entre los 700 y los 1.000 dirhams. En la casa colindante a los edificios desplomados, Adil, un ebanista de 41 años, ha acudido a cuidar de la vivienda de unos familiares, a quienes ha acogido en un piso cercano. Se muestra sombrío, enfundado en su chilaba invernal. “Se salvaron todos sin sufrir apenas daños. Escucharon un gran estruendo y salieron todos a la calle. Poco después, se desmoronaron los dos edificios en medio de una gran nube de polvo”, relata.
Los servicios de emergencia llegaron pronto, según los vecinos, y pudieron salvar a los supervivientes poco después de la medianoche del miércoles. A primera hora de la tarde los trabajos de rescate ya habían cesado. A falta de informaciones oficiales, los residentes dan por fallecido al bebé de dos semanas de edad al que se daba la bienvenida a la vida con una celebración ritual islámica.
Otros vecinos de la zona han asegurado al canal de televisión estatal marroquí SNRT que los dos edificios derrumbados presentaban fisuras y que sus habitantes habían avisado a las autoridades, sin haber recibido aviso de una inspección técnica.
Investigación de la fiscalía
La Fiscalía de Fez ha ordenado que, además de una investigación policial sobre las causas del hundimiento de los inmuebles, se requiera a los responsables locales de urbanismo para que presenten los planes de construcción en la zona afectada y los permisos y licencias otorgados.
Un superviviente relató al canal de televisión Medi1 que había perdido a su esposa y a tres de sus hijos en el siniestro, ocurrido cuando él se encontraba fuera del inmueble.
Fez, tercera ciudad más poblada de Marruecos y antigua capital imperial, figura con su medina del siglo VIII entre los principales atractivos turísticos del país magrebí. El distrito afectado se encuentra alejado del centro histórico, en una zona residencial e industrial del extrarradio.
El pasado mes de mayo, nueve personas perdieron la vida en la misma ciudad al colapsar un edificio que había sido catalogado en riesgo de derrumbe por las autoridades. El hundimiento ahora registrado en Fez ha sido el más letal de los últimos tres lustros en Marruecos, desde la caída del alminar de una mezquita en la vecina ciudad de Mequinez ocurrido en 2010 en pleno rezo masivo del viernes y que se cobró 41 vidas.
El secretario de Estado de Vivienda, Adib Ben Ibrahim, aseguró a comienzos de año que en Marruecos existen unos 38.000 edificios en riesgo de colapso, según un informe citado por Reuters. Mohamed VI alertaba el pasado verano en un discurso de la emergencia de un “Marruecos a dos velocidades”, entre la desarrollada franja costera y el depauperado interior del país magrebí.
La advertencia real tuvo un sonoro eco en las protestas sociales de los jóvenes de la generación Z del pasado mes de octubre, en las que reclamaban mejores servicios públicos, más hospitales y facultades universitarias y menos estadios, como los construidos en corto plazo para próximos acontecimientos deportivos. Fez será sede de una fase del Mundial de Fútbol de 2030, coorganizado con España y Portugal, y de la Copa de África de Naciones, que comienza en Marruecos en apenas dos semanas.
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