"Rogamos que no se hagan más caravanas solidarias"

Roque Pascual, de 51 años, fue el primer ex rehén en bajar, el lunes, del helicóptero que le trasladó, junto a Albert Vilalta, hasta Uagadugú, la capital de Burkina Faso, donde les esperaba la secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Soraya Rodríguez. "No le reconocí", recuerda Rodríguez en conversación con EL PAÍS. "Estaba mucho más delgado que en las fotos que había visto de él". Sorprendentemente, Pascual sí dedujo que la mujer al pie de la escalerilla era Rodríguez. "Me dijo que era un fan mío", rememora riéndose la secretaria de Estado, "porque me había escuchado por Radio Nacional, sobre todo cuando fuimos a llevar ayuda humanitaria a Haití". "Escuchar la radio por la noche era casi su única distracción en el desierto", asegura. A través de RNE se enteraron de la victoria de la selección española en el Mundial.

"Si quieren hacer llegar ayuda, que usen la cooperación española"

¿Cómo les encontró? "Bien, dentro de un orden", responde. "Demostraron gran entereza", añade. "Aunque hayan explicado que fueron tratados correctamente -compartían la misma comida, la misma hambre, las mismas mantas que sus secuestradores-, no padecen síndrome de Estocolmo".

A lo largo de los casi nueve meses que duró el secuestro de Pascual y de Vilalta -Alicia Gámez fue liberada en marzo- por la rama magrebí de Al Qaeda, Soraya Rodríguez fue la encargada de mantener a diario el contacto con sus familias. Hace cinco meses viajó a Uagadugú para traer de vuelta a Barcelona a Gámez, y el lunes hizo otro tanto con los dos varones.

"Las familias son gentes estupendas a las que he ido conociendo poco a poco", explica Rodríguez. "Les agradezco su discreción y, sobre todo, su confianza en el Gobierno y en las gestiones que estábamos llevando a cabo todos los servidores públicos incluso cuando llegaban lo que aparentaban ser malas noticias". Por si tenían alguna duda, el mediador en el secuestro, Mustafá Chafi, lo confirmó a los ex rehenes en el mismo aeropuerto: "Nunca he visto a un Gobierno tan pesado como el suyo".

¿Hubo malas noticias que les hicieron temer por la vida de los cautivos? "Siempre confiamos en que lograríamos traer a los tres a casa", contesta Rodríguez. "Para mí, el peor momento fue cuando en diciembre tuve que informar a las familias de que Vilalta tenía tres heridas de bala en una pierna. Después vivimos momentos angustiosos tratando de hacerle llegar los medicamentos que necesitaba".

La gran preocupación de Rodríguez es evitar que haya nuevos secuestros. "Recomendamos, rogamos que no se hagan más caravanas solidarias en el Sahel", recalca. "Si quieren hacer llegar ayuda, que utilicen los cauces de la cooperación española, que están a su disposición y que se va a mantener en la zona, aunque extremando las medidas de seguridad".