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Entrevista:MODA

El joyero de la fama

Andrea Aguilar

La cita es una boutique del Soho. En las vitrinas brillan las joyas del argentino Rodrigo Otazu. Con 15 minutos de retraso, el joyero hace su aparición rodeado de un equipo de rodaje. Ha anunciado su demora vía móvil. Otazu tiene la misma soltura tallando piedras y diseñando lujosos abalorios que tecleando su Blackberry, una alhaja más para este joyero del siglo XXI. Espontáneo, vital, carismático y un avispado hombre de negocios, Rodrigo cuelga vídeos caseros en YouTube, tweetea con frenesí e informa a sus seguidores vía Facebook de sus andanzas. Se siente absolutamente cómodo ante una cámara. Gajes de la fama o quizá, en su caso, ventajas de ser hijo de una presentadora de la televisión argentina y un productor. Tiene claro que estos canales de comunicación son la base para crear una marca contemporánea. "Hoy día existen otros recursos. Las publicaciones tradicionales de moda al final dependen en gran medida de sus anunciantes. Con Internet se abren otras puertas".

"Intento hacer algo que no esté hecho: mezclo los ingredientes, los vuelvo del revés y aspiro a dar a todo otro sabor"

Otazu viste camisa azul claro, luce un perfecto bronceado y una amplia sonrisa blanca. En la muñeca izquierda, un gran Cartier clásico, y en la derecha, dos de sus pulseras: una inspirada en los rosarios tibetanos realizada en hilo negro y plata y un fino brazalete del mismo metal. Como es de suponer, cambia a menudo de accesorios. La pulsera tibetana es una de las piezas que ha incluido en Strong Men, la línea para hombre que viene a sumarse a las tres que ya tiene en el mercado: Otazu, para joyas de día; Rodrigo Otazu, la gama alta, y Silver, las piezas de plata para hombre y mujer. A esto se añade Classic, con reediciones de los best seller de las últimas colecciones, y las llamadas colecciones In Between, proyectos aislados para artistas como Tyra Banks y películas como Sexo en Nueva York 2.

El idilio de Otazu con las estrellas y el espectáculo se remonta a Britney Spears y la gala de MTV de 2002. Ese mismo año había diseñado las joyas para el desfile de alta costura de Christian Lacroix. La americana y su equipo de asesores quedaron prendados de su trabajo y en cinco días Rodrigo consiguió preparar una línea completa para la estrella. Desde Lady Gaga hasta Beyoncé, la lista de famosas a quienes Otazu hace resplandecer es considerable. High and low, alto y bajo, arriba y abajo, este joyero tiene personalidad y empuje suficientes para derrumbar las barreras que separan el lujo del universo pop, altamente comercial. Sus joyas esculturales aparecen en un amplio reportaje del Vogue Italia y él comparece unos meses después en un programa de telerrealidad de la televisión americana sobre amas de casa. "¡Esas son unas locas divinas!", exclama. Ahora prepara el episodio piloto de su propio reality, Rodrigo Otazu Rocks, de ahí las cámaras que le acompañan en la entrevista.

Pésimo estudiante, pero con un fuerte impulso artístico, Rodrigo participó siendo adolescente en una de las campañas publicitarias de Calvin Klein. A los 18 dejó Argentina y voló a Madrid. Con 150 dólares empezó su andadura. Vendió sus pulseras de cuero por las Ramblas barcelonesas. Con lo que ganaba compraba nuevos materiales y seguía adelante. De España a Grecia y a Creta, y de allí a Israel, a la India y a Tailandia. Cuando llegó a Australia decidió que se quedaría un tiempo en Sidney. "Había corrido como un loco y quería hacer algo de lo que me sintiera orgulloso", recuerda. A esas altura, Otazu ya había logrado acumular un buen número de perlas. Con este botín fabricó un solo collar. Una vez lo tuvo listo, se dirigió al mercado de Paddington, parada habitual de fashionistas. En su puesto expuso esa única pieza. Una estilista de Vogue reparó en él y unas semanas después hicieron una sesión de fotos para la revista. La dueña de la casa donde se hizo el reportaje le compró el collar. Y así Rodrigo consiguió montar su primer taller, donde trabajó con plata, jade y lapislázuli. ¿Cómo aprendió el oficio? "Metiendo la pata mil veces", confiesa.

En Sidney recaló cinco años antes de poner rumbo a Ámsterdam, ciudad que le dio el impulso definitivo. "Fui a la calle más cara y conseguí vender colecciones distintas a tiendas que estaban una enfrente de otra", dice divertido. Allí aprendió la parte de negocio. "Lo que intento es hacer algo que no esté hecho, me gusta jugar con la femineidad y la elegancia de las mujeres que están seguras de sí mismas", explica. "Mezclo los ingredientes, los vuelvo del revés y aspiro a dar a todo un sabor diferente". Esto es lo que el marketing de Otazu define como el "factor WOW!"(¡guau!), es decir, una sorpresa más internacional, menos vista y con marcados signos de exclamación.

Otazu busca ese lado inesperado, lúdico, teatral e irreverente. En Italia e India compra algunas de las cadenas, en Bali tiene sus talleres, en Nueva York y Holanda las oficinas centrales. Un equipo de 300 personas trabajan con su marca. Y sus alhajas siguen conquistando nuevos mercados. Hace apenas tres meses llegaron a España de la mano de su representante, Bruno Rovegno, y ya están en media docena de tiendas en Madrid y Barcelona.

Otazu entra y sale de la boutique del Soho para que las cámaras rueden el plano perfecto. Siempre sonriente y fresco a pesar del abrumador calor neoyorquino. Al día siguiente vuelve a llegar con retraso a la presentación de sus joyas en una fiesta organizada en un ático del edificio Greenwich Club. Las joyas están expuestas en los laterales de la sala principal, y por las terrazas pasean dos modelos vestidas por el joven diseñador Ruben Singer y enjoyadas por Otazu. La mezcla funciona a la perfección. A Otazu lo que le interesa es la pasión, las ganas de hacer cosas. Al cumplir los 40, el inquieto argentino sintió que Nueva York seguía en su lista de aventuras pendientes. Hizo las maletas y llegó al Village hace apenas un año. Llegó reasustado. "Aquí sabes que hay un tigre que domar. Este lugar aúlla y parece que te come, pero a mí me ha recibido con los brazos abiertos".

<b>Una de las teatrales creaciones del diseñador argentino Rodrigo Otazu</b>
Una de las teatrales creaciones del diseñador argentino Rodrigo Otazu
<b>Una gran pieza de joyería en diamantes</b>
Una gran pieza de joyería en diamantes

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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