Llegan los 'madelman'
Un día, en plena crisis, abrimos el periódico y se nos apareció la madelman de la foto, valga la contradicción. Algo no encajaba. Por un lado, las autoridades intentaban convencernos de que éramos una población de clicks de Famobil que había vivido por encima de sus posibilidades, y por otro, acabábamos de dar a luz un soldado cuya ropa interior evacuaba automáticamente el sudor y cuyas botas proporcionaban energía al caminar: un madelman en toda regla. La noticia nos confundió. Si como maestros, como jueces, como médicos, como escritores y como políticos pertenecíamos a una especie inferior, ¿por qué como militares pertenecíamos a una superior? La soldado de la foto, no se lo pierdan, está permanentemente conectada a Internet por un ojo y a la realidad analógica por el otro. No tiene los problemas de conexión a la red del resto de los mortales, ignoramos si gracias a la banda ancha, a la manga ancha o al presupuesto militar. Otro misterio que los clicks de Famobil, debido a nuestras limitaciones intelectuales, no entenderemos nunca es que aparezca en medio de la selva y no a las afueras de Valladolid. El caso es que disponemos de un ejército de primera para defender a una población de segunda. Un ejército del norte para proteger a un pueblo del sur. Un ejército de millonarios en un país de jubilados pobres cuyas pensiones fueron rebajadas el mismo día en que se nos apareció la madelman con visión nocturna y lencería de fibra de vidrio. A mucha gente le dio tranquilidad, pero a mí, que soy un click de Famobil del montón, un pusilánime, me produjo extrañeza.
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