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Zapatero defiende la solvencia de España en el Congreso

El presidente se lía al ironizar sobre su crédito ante UPyD

El Gobierno llegó ayer al Congreso de los Diputados con el objetivo claro de volcarse en defensa de la economía española. Las preguntas al presidente del Gobierno en la sesión de control no se referían expresamente a la reforma laboral y la convocatoria de huelga general, pero el mensaje oficial era claramente el de buscar la credibilidad perdida, dentro y fuera de España. El Ejecutivo, por boca de su presidente y sus dos vicepresidentas, se vio obligado a dejar caer en casi todas sus respuestas frases de defensa de la economía española.

"España es un país solvente, sólido, fuerte y con crédito internacional", dijo José Luis Rodríguez Zapatero en respuesta a la diputada de UPyD, Rosa Díez. La defensa sería obvia en otras circunstancias, pero da idea de la preocupación del Gobierno por los rumores e informaciones en la prensa internacional sobre la supuesta debilidad de España.

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En el empeño, el presidente del Gobierno hasta emplazó a la diputada a sumarse en ese objetivo: "Como representante de la soberanía popular que es y dada su condición de española, hable bien de España aquí y fuera, porque eso ayudaría, más allá de quién esté en el Gobierno, a nuestra fortaleza y a nuestra recuperación".

Lanzado en el mensaje, el presidente del Gobierno se lio con un jardín dialéctico que se supone que pretendía ser una ironía, pero le salió fatal porque sonó a un reconocimiento de culpa. Y precisamente en lo que más daño le hace estos días: en su supuesta contribución a dilapidar la credibilidad exterior de España.

"El crédito de España es muy alto en el mundo, es fruto de lo que hemos hecho todos durante treinta años; seguramente el que menos ha hecho, fíjese, le puedo decir que es este Gobierno, estoy dispuesto a admitirlo, pero como español me siento orgulloso de lo que hemos hecho durante treinta años, y quito al Gobierno y a quien lo preside", dijo. Una ironía tan frustrada como la del presidente de la Junta andaluza, José Antonio Griñán, cuando dijo recientemente que aunque Zapatero sea malo los del PP son peores.

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No se anduvo con ironías Rosa Díez, que no pudo cargar con munición de mayor calibre su pregunta. Así, le dijo que "su política y su forma de hacer política son responsables de que se haya hundido el crédito de España" y que "ha confundido gobernar con tirar de chequera para comprar voluntades, un gobernante que nos ha llevado a una situación en la que ahora usted no tiene cheques y España no tiene crédito". Sus palabras fueron recibidas por los diputados socialistas con los murmullos de contención habituales cuando la diputada se lanza contra Zapatero.

Mariano Rajoy decidió regatear la actualidad y preguntar por las tarifas eléctricas, para acusar a Zapatero de hacer daño a las clases medias con subidas desproporcionadas. Y el presidente del Gobierno le contestó que la subida es consecuencia de que el Gobierno de José María Aznar, disuelto hace seis años, "no subía la electricidad para los ciudadanos, pero subía el coste de la electricidad, y lo único que se hacía era diferir el pago de ese coste de la electricidad".

El mensaje de la solvencia lo completaron María Teresa Fernández de la Vega, apelando al patriotismo del PP, y Elena Salgado, con referencias a la opinión favorable de la Unión Europa al plan de recortes de gasto del Gobierno.

Y el PP respondió con el argumento de la falta de margen del Gobierno por actuar forzado por la Unión Europea. Lo dijo Rajoy: "Le han impuesto muchos deberes, el último ayer en Europa. ¡Quién nos vio y quién nos ve!". Y remató Soraya Sáenz de Santamaría: "La mayor responsabilidad y el mejor ahorro para todos los españoles sería un presidente del Gobierno con un mínimo de credibilidad, porque el coste de la desconfianza que genera el presidente del Gobierno dentro y fuera de las fronteras españolas está empezando a ser insoportable. Están llevando ustedes a los españoles a una situación límite".

El presidente Zapatero y las vicepresidentas Fernández de la Vega y Salgado, en el Congreso.
El presidente Zapatero y las vicepresidentas Fernández de la Vega y Salgado, en el Congreso.GORKA LEJARCEGI

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