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El conflicto de Oriente Próximo

Críticas al Gobierno israelí por los fallos en la operación militar

El ataque fue decidido por Netanyahu y seis ministros en dos reuniones

Enric González

Oficialmente, Israel actuó de una forma impecable. Todos los culpables del desastroso final del viaje de la flotilla a Gaza eran extranjeros: los "filoterroristas violentos" a bordo, los "hipócritas" de la ONU, el "antisemitismo" y el "odio a Israel". Pero bajo esa aparente seguridad, dirigida al exterior, afloraban las autocríticas. Falló el espionaje, falló la planificación militar, fallaron las "relaciones públicas" y falló el Gobierno, alguno de cuyos miembros se opuso a que la flotilla fuera interceptada y advirtió de los riesgos.

El diario Haaretz, orientado hacia la izquierda, reveló que la decisión de abordar los barcos no fue adoptada por el conjunto del Gabinete ni por el minigabinete que se ocupa de las crisis, sino por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y un grupo de seis ministros, organizados como foro consultivo y teóricamente sin capacidad ejecutiva.

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Los siete dedicaron dos reuniones al asunto, la última el pasado miércoles, y se ocuparon mucho más de cómo explicarse ante la opinión pública internacional que de los aspectos militares de la interceptación. Según Haaretz, tanto el Ejército como el Ministerio de Defensa transmitieron la impresión de que el abordaje resultaría fácil y sin violencia. Incluso se consideró verosímil la posibilidad de que la flotilla, intimidada, renunciara a su objetivo y diera marcha atrás.

La cosa parecía tan sencilla que ni siquiera se planteó a votación en la reunión del conjunto del Gobierno. Al menos un miembro del mismo, el secretario del Gabinete Zvi Hauser, se opuso al abordaje y propuso que se permitiera que la flotilla llegara a Gaza, para evitar una crisis diplomática y un grave deterioro de la imagen internacional de Israel. Hauser insistió en que no debía descartarse la posibilidad de que un abordaje condujera a enfrentamientos violentos en los barcos.

Netanyahu reunió ayer de nuevo al Gobierno y afirmó que los barcos "no componían una flotilla de la paz, sino una flota agresiva preparada para la violencia". El primer ministro añadió que, pese a la presión internacional, se mantendría el bloqueo a Gaza. "Porque resulta imprescindible para nuestra seguridad", señaló.

Se intentó presentar una imagen de firmeza. Incluso se dejó para más adelante la decisión sobre la posible creación de una comisión investigadora, como reclamaban EE UU, la OTAN y, en general, la llamada comunidad internacional. Pero, en privado, incluso los ministros admitían que se habían cometido errores muy graves. El primero de ellos, en la planificación de la operación militar. Diversos comentaristas indicaron en la prensa que Ehud Barak, ministro de Defensa, ex primer ministro y taparrabos laborista en un Gabinete ultraderechista, estaba en entredicho.

Además de las Fuerzas Armadas y los teóricamente excelentes servicios de espionaje, llovieron las críticas sobre el Departamento de Relaciones Públicas, bajo la autoridad directa del primer ministro. Se tardó en ofrecer una versión coherente (aunque sigue sin encajar con los testimonios de numerosas personas a bordo de la flotilla); el primero que ofreció una explicación a la prensa internacional, el viceministro de Exteriores Danny Ayalon, lo hizo en hebreo; y, en general, se mostró una actitud extremadamente arrogante.

Los titulares de los comentarios y editoriales en los periódicos eran reveladores. En Haaretz (centro-izquierda): "Siete idiotas en el Gobierno"; en Yediot Ahronoth (el más vendido, populista): "¿Cómo nos hemos vuelto tan tontos?"; en The Jerusalem Post (conservador): "El fiasco de la flotilla".

Un portabebés que se hallaba a bordo de uno de los barcos de la flota, ayer en el puerto de Ashod.
Un portabebés que se hallaba a bordo de uno de los barcos de la flota, ayer en el puerto de Ashod.REUTERS

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