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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tenso bicentenario

Argentina rememora su independencia en un clima de desencuentro, decepción y desaires

El Bicentenario de la Independencia de Argentina se celebra en el ambiente más tenso que se recuerda desde el descalabro económico de los años noventa. El descrédito de los políticos es extremo. Viven, empezando por el propio peronismo en el poder, en una taifa permanente. El Gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner perdió la mayoría en el Senado en 2009 y tiene que aprobar leyes por decreto o a favor de las peculiares ausencias de un senador peronista pero opositor, el ex presidente Carlos Menem. Los roces exteriores menudean con la pretensión británica de perforar en busca de crudo en el mar de las Malvinas, y con el recrudecimiento de la tensión frente a Uruguay, Brasil, China y hasta la UE por la imposición de aranceles a la importación de ciertos alimentos como represalia por el dictamen de La Haya, favorable a Montevideo, sobre la papelera argentina en la frontera común.

El único éxito de la Casa Rosada ha sido el nombramiento del ex presidente y presidente consorte, Néstor Kirchner, como secretario general de Unasur, una precoz instancia de poder que agrupa a toda América del Sur. Y en ese caldo de mal cultivo solo se piensa en las presidenciales de 2011, a las que podría presentarse Néstor Kirchner para alargar a 12 años el mandato de la pareja, aun a sabiendas de que una parte no menor del peronismo lo detesta nada cordialmente.

La presidenta, por todo ello, ha querido que el bicentenario fuera "una fiesta de todos", unas celebraciones muy latinoamericanas, en contraste -afirma- con el centenario de 1910, cuando la figura central fue "una infanta de España", Isabel de Borbón y, como subrayaba el diario Clarín, Argentina era el octavo país del mundo en renta per cápita y hoy es el 57º. El panteón de héroes y mártires, fervorosamente recordado, partía como era obligado, del general San Martín, pero, significativamente, también transitaba por figuras menos indiscutibles como Che Guevara, o el matrimonio fundador del partido, Juan Domingo y Eva Perón.

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Habría que añadir, sin embargo, que en 1910, Argentina era un puro feudo de la oligarquía comercial de Buenos Aires y hoy es un país mucho más articulado y mucho menos injusto. Por eso, con todos sus graves problemas a cuestas, parece difícil creer que Argentina, la gobierne quien la gobierne, pueda escapar a un promisorio -prometedor- futuro.

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