Una dosis más de incertidumbre
Los expertos reclaman medidas urgentes para impedir un ataque especulativo
Grecia prosigue su vuelo en espiral hacia una especie de agujero negro, un punto de no retorno que puede acabar en el impago de su deuda si la ayuda internacional no llega de inmediato. Y arrastra en ese vuelo a otros países. Un día es Portugal, al día siguiente España, pero tras ellos hay varios casos con una pinta similar: Irlanda, Italia, Bélgica y un poco más allá incluso Reino Unido. Todos esos países comparten un cuadro clínico parecido, una mixtura que incluye una pésima situación de las cuentas públicas, malas perspectivas de crecimiento y un endeudamiento fenomenal. "El contagio ha empezado", aseguró ayer el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, y la rebaja de la calificación de España no hace sino añadir una dosis más de incertidumbre.
"El contagio ha empezado", asegura Ángel Gurría, de la OCDE
Una rebaja del rating soberano como la de España tiene diversas consecuencias, que se resumen en una: comporta un incremento permanente del coste del capital. Es decir, encarecen la deuda. La pública y la privada. "En un país tan sumamente endeudado como España, esa es una pésima noticia", resume Carmen Reinhart, economista de la Universidad de Maryland y autora de uno de los grandes libros de esta crisis: Esta vez es diferente.
Porque esta vez no es en absoluto diferente. El guión es invariable desde hace 200 años. Cuando una crisis financiera se combina con una crisis económica, los Estados se ven obligados a inyectar dinero a paladas en la economía para salvar a los bancos, para pagar los subsidios de desempleo y en última instancia, si es necesario, para cavar zanjas y después volver a echar tierra sobre los agujeros para evitar una depresión, que en economía es una suerte de agujero negro. Después de eso suelen venir crisis fiscales: algunos países son incapaces de pagar la factura y van a la quiebra. "Y en esas estamos; la situación es crítica en varios países, que por razones diversas se enfrentan al mismo veredicto del mercado", dice Reinhart.
Lo paradójico es que el problema de España no es la deuda pública: es la deuda privada. La situación fiscal es peligrosa porque el déficit es elevado y la crisis puede ser prolongada, pero las dudas de los mercados añaden a esa incertidumbre las dudas que genera un enorme endeudamiento privado, de bancos, empresas y familias, embalsado durante los años de bonanza. Y que con la rebaja del rating va a ser aún más caro de financiar.
"Me temo que Portugal tiene ya muy difícil escapar de esa espiral que suele ser un ataque especulativo", explica Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra. "España aún tiene unas semanas para actuar. El plan de austeridad fiscal ya no es suficiente, entre otras cosas porque está pensado para el largo plazo y los problemas son ahora, ya, hoy. Hacen falta acuerdos rápidos, medidas urgentes, profundas, tal vez emular a Alemania e impedir los déficits públicos por ley; algo radical". Los analistas consideran que las otras dos grandes agencias, Moody's y Fitch, pueden seguir los pasos de S&P si el Ejecutivo no mueve ficha con rapidez.
La segunda consecuencia de la rebaja de la nota de solvencia de España es que abre un foco más de contagio de la crisis fiscal: hasta ahora, los problemas de Grecia se transmitían al resto; ahora los problemas de España y Portugal también perjudican a Grecia. Y a la zona euro en su conjunto, e incluso más allá. "No se trata de un problema de España, ni de la periferia de Europa: puede convertirse en una crisis que afecte a casi todo el mundo desarrollado, que comparte ese agujero fiscal", explica el economista José Luis Alzola. Los mercados han empezado a atacar por el eslabón más débil, Grecia, y por el flanco más débil, la periferia del euro, cuyos miembros carecen de la posibilidad de devaluar, o de la opción de darle a la máquina de imprimir dinero. "Pero el problema es más general, va más allá de Europa, y puede durar años, como ya sucedió con la crisis asiática de los noventa, que fue noqueando a varios países sucesivamente", concluye.
Al fin y al cabo las agencias ven lo mismo que los inversores, ya sean especuladores o no: las debilidades de España son el paro, las cuentas públicas y la banca. "Son necesarias medidas urgentes en esos tres ámbitos si España ni quiere llegar a una situación de no retorno como la de Grecia", apostilla José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.
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