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PERSONAJES. LUJO

Aliadas por lo 'vintage'

Xavi Sancho

No quieres ser el blanco de las críticas de Lola. A veces logra que me cambie de ropa, pero en otras ocasiones me mantengo firme, maldita sea". Quien habla no es una hija harta de las críticas de una madre de inquebrantables principios estilísticos, sino Madonna, quien, al parecer, sufre la dictadura indumentaria de su hija Lourdes. Ambas acaban de lanzar Material Girl, una marca de moda que, si tenemos que hacer caso a Maddie, se beneficia de su popularidad, pero también del talento para el estilismo de su hija de 13 años. Atrás parecen haber quedado los tiempos en que la moda era constante motivo de disputa entre madres e hijas.

"Bombardeadas constantemente por las revistas de moda y la atención que se le presta en los medios a la ropa que visten los iconos contemporáneos, las niñas son conscientes de lo que es la moda a una edad muy temprana. Esto acerca a madres e hijas hasta el punto de que, en términos de indumentaria, tienen casi la misma edad", comenta Amber Lipson, fundadora de Footsteps, firma de la llamada moda familiar. El encuentro de una generación que alcanzó la adolescencia mucho antes de lo que se suponía, y otra que se niega a abandonarla, nos ha dejado una década en la que muchas madres se vistieron cual adolescentes desbocadas y muchas hijas abrazaron un estilo basado en los viejos patrones de la elegancia más de manual. Hasta que ambas acabaron sucumbiendo a la dictadura de lo que te hace un buen culo.

"Las niñas son conscientes de lo que es la moda a una edad muy temprana. Esto acerca a madres e hijas2

Ambas generaciones tal vez se hayan encontrado en un código estético totalmente definido por las grandes firmas de la moda, pero otro intercambio generacional es posible. La periodista norteamericana Piper Weiss empezó hará un par de años un blog (momstyleicons.blogspot.com) en el que se publicaban fotos de madres en su apogeo estilístico. Entre el homenaje filial, el museo vintage y el análisis sociológico de una época a través de la indumentaria, el blog ha sido un éxito y ha ayudado a recuperar el elemento emocional en una relación que se había convertido en otro eslogan para los popes del marketing global. "Todo empezó cuando encontré un montón de fotos de mi madre en los sesenta. La ropa que vestía era increíble. Lucía pelucas, gafas de ver sin cristales, esposas… Me contó una serie de historias fascinantes sobre cómo viajaba a Italia a hacerse trajes a medida porque era más barato que comprarlos en EE UU. También descubrí que, antes de con mi padre, la mujer había salido con una serie de tipos guapísimos. Pensé que sería una buena idea colgar las fotos y contar la historia de cada una. Así empezó el blog. Lo que era una cosa para amigos, pronto se convirtió en algo más grande, y ahora recibo fotos de todo el mundo", comenta Weiss. Madres bailando en sótanos de Moscú en los sesenta y madres que vivieron en Fiji en los cincuenta y diseñaban sus propios bañadores.

Un archivo de imágenes e historias que pronto se convertirá en un libro. "Todo el mundo tiene una madre. Estas fotos ayudan a conocer una parte de la vida de tu madre que tal vez desconocías. Además, el estilo de ella es más fácil y barato de adoptar que el que aparece sobre las pasarelas", dice Weiss, quien hoy es fan del vintage de finales de los setenta e inicios de los ochenta. Un estilo que, poco a poco, impone una nueva tendencia en el extenuado mercado de segunda mano.

Además de las obvias connotaciones emocionales que se hallan en santificar el estilo de las madres, existe también en esta nueva nostalgia familiar una nueva vía para recuperar el vintage y devolverle el aspecto individualista que ha perdido desde su masificación. "Empecé regalando la ropa que me compraba mi madre y ahora creo que he llegado a tener mejor gusto gracias a ella. Cuando somos adolescentes, simplemente copiamos lo que los otros hacen", reconoce Weiss. En un mundo lleno de adolescentes de todas las edades es normal que, como recuerda la periodista, "la gente se vista de forma aburrida porque prefiere la ropa favorecedora. Vestirse deja de ser divertido cuando sólo estás pendiente de estar mona. Vestirse debe ser algo divertido y estas madres se lo pasaban bomba". ¿Y los padres? ¿No deberíamos empezar ya, antes de que todos los padres que aparezcan nos intenten recordar a David Beckham? "Claro. La idea está ahí. Voy a empezar uno con padres fuertes y viriles. Se titulará Dont' fuck with my dad (Con mi padre no se jode)".

<b>Redescubrir los 70.
Tienen una tintorería y, gracias a ello, Anna ha descubierto nuevas prendas. Sin embargo, a su madre no le gusta demasiado ir de compras.</b>
<b>'Hippies'. Anna, a la izquierda, lleva vestido de Marni, pañuelo y colgante de Antik Batik, falda de Essentiel y 'jeans' de Wrangler. Sandalias de Ash y brazalete de Le Swing. Margarita, vestido de Antik Batik, cinturón y collares de Marni, y sandalias de Ash.</b>
Redescubrir los 70. Tienen una tintorería y, gracias a ello, Anna ha descubierto nuevas prendas. Sin embargo, a su madre no le gusta demasiado ir de compras. 'Hippies'. Anna, a la izquierda, lleva vestido de Marni, pañuelo y colgante de Antik Batik, falda de Essentiel y 'jeans' de Wrangler. Sandalias de Ash y brazalete de Le Swing. Margarita, vestido de Antik Batik, cinturón y collares de Marni, y sandalias de Ash.CATERINA BARJAU
<b>Adictas a la moda.
Lavigne trabaja en una tienda multimarca. Su madre, Dorianne, es dueña de un espacio 'vintage' dedicado a Chanel, Chantal Thomas o Yves Saint-Laurent. </b>
<b>'Glamour'. Lavigne, a la izquierda, lleva vestido de Lanvin para Santa Eulalia, zapatos de Ash y collares y pulseras de Le Swing. Su madre, mono de Lanvin para Santa Eulalia, zapatos de Ash, collares de Le Swing y Armani Privé para Paris Vintage.</b>
Adictas a la moda. Lavigne trabaja en una tienda multimarca. Su madre, Dorianne, es dueña de un espacio 'vintage' dedicado a Chanel, Chantal Thomas o Yves Saint-Laurent. 'Glamour'. Lavigne, a la izquierda, lleva vestido de Lanvin para Santa Eulalia, zapatos de Ash y collares y pulseras de Le Swing. Su madre, mono de Lanvin para Santa Eulalia, zapatos de Ash, collares de Le Swing y Armani Privé para Paris Vintage.CATERINA BARJAU

El espíritu 'hippy'

Anna, de 27 años, hija de Margarita, rebusca por la tienda todas las piezas que le pueden gustar a su madre. Se encierra en el probador con ella. Sabe que tiene unos pocos segundos para dar su veredicto antes de que su madre empiece a quitarse la ropa con etiqueta y alarma y huir de ese lugar tan hostil. "No me gusta mucho ir de compras", confiesa Margarita. Ambas regentan una tintorería en Barcelona. "Jamás he sido muy de guardar la ropa", continúa la madre. Su hija, que ha hecho pinitos como actriz y asistente de fotografía (mapetiteloupe.blogspot.com), explica: "Cuando nos llega una prenda muy chula miro la etiqueta, a ver dónde la puedo comprar". La prenda que su madre más recuerda de sus años mozos es una camiseta de cuello con botones y tímida manga japonesa.

La sorpresa empezó en los setenta.

"A mi madre le queda todo bien. Hay blazers de los ochenta que recuerdo especialmente. Ah, y tiene un cabello genial", dice Lavigne, de 27 años, hija de Dorianne, propietaria de la tienda Paris Vintage (Rosselló, 237), un espacio barcelonés de ropa vintage. "Me encanta cuando va con jeans y botas, o como cuando se pone sexy", devuelve el piropo la madre, que añade: "Lo que menos me convence es un vestido horroroso vintage de los sesenta". "Ya no lo tengo", interviene Lavigne, que trabaja en una multimarca de Barcelona. "¿Recuerdas cuando llevabas el pelo rojo?", espeta la madre. "Y azul", ríe la hija. En lo que sí están de acuerdo es en su época preferida en cuanto a indumentaria: "Finales de los setenta y casi todos los ochenta. Fue la última vez que se hicieron cosas nuevas y sorprendentes".

La hija es la que aconseja

"Antes escogía y opinaba, ahora sólo pago". Así se resigna Helen al hecho de tener una hija adolescente poco predispuesta a los consejos maternos. "Pero la situación tiene su parte interesante, no creas", continúa Helen. "Ahora soy una experta en tiendas de ropa de segunda mano en Barcelona". Paula parece mucho más interesada en la moda de la época de su madre que la propia Helen. "No tiene muchas fotos vistiendo cosas extremadas. Tal vez alguna hombrera gigante…", analiza la chica. "Era la época", se excusa Helen, quien a pesar de la corta edad de su hija ya tiene motivos estéticos de queja. "Casi siempre me gusta lo que lleva, aunque a veces no estoy de acuerdo con la combinación". Paula se queja de que su madre lo tira todo, de que ve una foto con algo muy chulo -como en la imagen de la izquierda, de Helen en los años ochenta-, pregunta dónde está y nadie sabe jamás dónde. "Al final, admítelo, mamá, te aconsejo yo más a ti". Y Helen se rinde.

La maleta llegó desde los sesenta

"Se la pedía y no había manera. Mamá, ¿dónde está la maleta con la ropa de los sesenta? Al final logré que me la diera y la saqué". Anna, de 38 años, es la segunda de cuatro hermanos, y el día en que abrió la famosa maleta en la que su madre guardaba su ropa de los años sesenta -como la que viste Loles en la imagen de aquellos años- poco quedó para las dos gemelas que nacerían cinco años más tarde. Si querían vintage, al Humana. "La casa es grande y yo no tengo costumbre de tirar la ropa, por lo que me costó encontrarla. De ahí, Anna sacó muchas camisetas, bolsos e incluso zapatos, que le van grandes, pero se los pone", recuerda Loles, para quien, estéticamente, los sesenta es la década en la que mejor lo ha pasado. Y los ochenta: "Era terrible y cómico cómo iban todos vestidos en aquella época, y ella también", dice sobre su hija."empecé regalando la ropa que me compraba mi madre y ahora creo que tengo mejor gusto gracias a ella"

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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