Estanque dorado en el parque del ocio
Que se diga bien alto: España es potencia en alguna cosa. Y agárrense: nada más y nada menos que en un aspecto... ¡cultural! Así, resulta ser, según notificaba ayer el Ministerio de Cultura, que se es la cuarta gran industria editorial del mundo, por detrás sólo de Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania. Como siempre, hay un poco de truco. Cada año crece el número de títulos (72.982, según la patronal), pero la tirada media es ligeramente cada año inferior (5.035 en 2008). La variación es muy pequeña, cierto, pero ahí está la tendencia. Dicho de otro modo, el sector editorial español es un estanque, dorado quizá, pero estanque. También lo demuestra la exportación, que en 2008, ya año de vacas flacas, sólo descendió un 1,61%. Nimiedades si se comparan con las caídas del sector del automóvil, por ejemplo.
Todas esas macrocifras se reflejaron ayer a ras de calle en la diada de Sant Jordi. A riesgo de que el recuento final en librerías maquille la cosa, la sensación de que ayer se vendió un poco menos que otros años planeaba entre los veteranos. Quizá ayudaba a ello la delgadez extrema de las bolsas o el hartón que se hicieron personajes como Matilde Asensi y Federico Moccia de firmar ejemplares antiguos, traídos de casa, no adquiridos al día, vamos. La variación, no padezcan, será mínima. Ahora quizá baja un pelín si lo hace; cuando vaya bien, el sector subirá un pelín: un 2%, un 3%, no más. O sea, se moverá sobre los 20 millones de euros de 2009.
La otra gran conclusión de la jornada es que España ya no ve en el libro un elemento cultural de primer orden. No, ya no debe quedar nadie que piense lo de aquella campaña lanzada durante los años desarrollistas del franquismo, eso de que "Un libro ayuda a triunfar". Directamente, la primera motivación de compra de un libro hoy es la idea de que sirve (o ha de servir) para pasárselo bien, de distracción, de que el libro es, claro, un elemento más de la industria del ocio y como tal debe comportarse. ¿Que cómo se palpó ayer eso en la calle? Por el ingente número de personajes más o menos mediáticos (de amplio espectro) que firmaban ejemplares y que llegaban a la proporción de tres fotografías con los móviles o cámaras digitales por cada libro firmado; el pasarse la información las adolescentes por SMS de dónde estaría tal o cual autor para tener mejor posición en las atropelladas colas de firmas de esos autores que se han ido pasando en foros y chats y facebooks; en los primeros patrocinios de tenderetes y hasta de bebidas de agua mineral en las firmas... Así está el patio a las divertidas puertas del libro electrónico.
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