Donde se funde la raya
La vida cotidiana supera las fronteras entre los dos países
El rosario de banderas españolas que lucen en Valença estos días roza la insolencia, dicen en Tui. La unión ibérica "es un tema que no se puede mentar", una de las grandes polémicas que pisa callos al otro lado de la raia (raya, frontera), sostiene el historiador tudense Rafael Sánchez Bargiela. Por eso, hay quien no puede sonreír ante la llamada de atención de sus vecinos miñotos (portugueses de la zona norte), "muy orgullosos de su identidad nacional".
La continuidad urbana entre ambas localidades -lo único que las separa es el río Miño, la raia- marca el día a día. La realidad social supera aquí las estructuras políticas y administrativas: los tudenses disfrutan de la "magnífica" piscina pública de Valença y los portugueses acuden al Conservatorio de Música de Tui. Más allá de eso, las lusas hacen la compra en los supermercados españoles, donde el IVA resulta algo más indulgente; emblemáticas son las peregrinaciones al sur en busca de café o de los otros puentes arriba para hacerse con el mejor bacalao, como lo fueron en su día las trapicheiras o contrabandistas de tabaco. En la posguerra, quienes vivían cerca de la frontera, las raianas, tenían un carné especial para pasar más productos.
No obstante, el kilómetro y medio que apenas separa Tui de Valença -el ancho del Miño- lo ha superado la tradición oral. Cuenta una leyenda que un túnel por debajo del cauce une ambas orillas, desde la catedral de Tui al monasterio de la localidad lusa. No por el subsuelo, pero sí por el puente pasó la cabalgata de los Reyes Magos de este Año Xacobeo, y es que Tui es la puerta del camino portugués.
El precio de la gasolina marca ahora el rumbo de portugueses y españoles, que se mueven a uno y otro lado en función de la mejor oferta. Se han compartido aficiones y profesiones: "Los bomberos valençanos son los de Tui de toda la vida", comenta el historiador Bargiela. Y la pesca, porque el río, más que dividir, une, en especial desde la construcción del puente en 1886, que sustituyó a las barcas de pasaje.
Aguas donde mandan los marineros fronterizos, que desde el carocho -embarcación exclusiva de este río- largan las mismas artes a la captura de lampreas, sábalos y angulas, que regula una comisión mixta de España y Portugal. Las relaciones sociales conjugan bailes y músicas, el idioma y, también, las familias, con multitud de matrimonios mixtos. Tan cotidiana es esa convivencia que hay quien lleva "toda la vida" tomando el café al otro lado de la raia. Un paseo que volverá a repetirse el sábado por un partido de fútbol (Real Madrid-FC Barcelona) que levanta casi la misma expectación a ambos lados de la frontera, para alegría de los bares tudenses.
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