"Sabía que mi hijo no se iba a curar, pero su calidad de vida aumentaba"
David, el hijo de Asunción Martínez, llevaba varios meses luchando contra un melanoma con metástasis cuando, a principios del verano de 2009, le comentaron que un grupo de investigadores del hospital Virgen del Rocío de Sevilla está probando las propiedades antitumorales del aprepitant. Le dijeron que el Servicio Andaluz de Salud no lo recetaba y que en las farmacias españolas no se vendía, por lo que la familia buscó en Internet y dio con una farmacia de Andorra que se lo mandaba a casa.
Asunción contactó directamente con el investigador principal del supuesto uso anticanceroso del fármaco, que le fue indicando las dosis necesarias para su hijo. En lugar de la pastilla diaria que se toma para paliar las náuseas de la quimioterapia, David tenía que ingerir ocho cajas de tres pastillas. En total, 24 pastillas al día repartidas en tomas cada ocho horas (al principio se le recomendaron 27 al día). Cada jornada de tratamiento le costaba a la familia 700 euros, más de 20.000 al mes. David estuvo tomando aprepitant durante cuatro meses gracias a los ahorros de su familia y a la ayuda de los vecinos. Hasta el Betis, del que era seguidor, jugó un partido en su pueblo para costear el tratamiento.
"Ha habido un trato de favor tremendo. Se lo estaban dando a otros dos"
Según su madre, durante el tiempo que lo estuvo tomando el joven se sentía "mucho mejor". "A veces parecía que no tenía nada, cuando hasta entonces había estado fatal", recordaba ayer Asunción. La mujer asegura que siempre fue consciente de que el aprepitant no iba a curar a David, pero que el esfuerzo económico valía la pena al ver que su hijo se sentía mejor.
Mientras la familia compraba en la Red el fármaco, llegaron a oídos de Asunción varios casos en los que Salud había sufragado el uso compasivo del medicamento. Ella lo pidió, pero los oncólogos del Virgen del Rocío le dijeron que no podían dárselo "porque no había seguridad", recuerda la mujer. Asunción asegura que fue el propio investigador el que le reveló varios casos de familiares de trabajadores del centro que lo habían probado. "Ha habido un trato de favor tremendo. Sé que a la vez que a mi hijo se lo estaban dando a otros dos", cuenta. Asunción pidió ayuda al Defensor del Pueblo Andaluz para que mediara en la autorización del uso compasivo del medicamento. El joven, según recuerda su madre, llegó a firmar los formularios que acompañan a estas peticiones y que suponen la asunción de riesgos por parte del paciente, pero no consiguió que los tramitaran. El hospital Virgen del Rocío aseguró ayer que distintas pruebas demostraron que "la percepción de mejora de calidad de vida que aduce a la familia no está acompañada de una evolución clínica favorable".
"Yo ya sabía que no se iba a curar, pero veía cómo había aumentado su calidad de vida durante el tiempo que tomo el medicamento y con eso me bastaba", argumenta Asunción. David murió a los 34 años el pasado 2 de febrero. Según su madre, "rabiando de dolor".
27 pastillas al día
Asunción Martínez (madre de David Villarreal) mantuvo contacto por e-mail con el entorno del investigador que ensayaba el uso como antitumoral del aprepitant.
Este es un extracto de las instrucciones que recibió: "El tema es que un médico tiene que pedirlo con una receta, indicando además la dosis que, en el caso de su hijo, si pesa 80 kilos sería de tres cajas cada ocho horas.
O sea, tres pastillas de 125 miligramos y seis de 80 miligramos. En total, nueve pastillas cada ocho horas. Al día, 27".
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