Grecia amenaza con incumplir el plan de ajuste si la UE no sale al rescate
Atenas amaga con acudir al FMI y Alemania abre la puerta a esa posibilidad
"Si tenemos que seguir endeudándonos con tipos de interés muy altos, y éste es el problema que tenemos, no podremos mantener la reducción del déficit, que queremos conseguir con estas severas medidas". Con estas palabras, el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, lanzó ayer un ultimátum a la UE en el seno del Parlamento Europeo.
El dirigente heleno expresaba así abiertamente su malestar por la indecisión de la Unión Europea a la hora de concretar algún tipo de mecanismo de ayuda que le permita escapar de los especuladores que le obligan a pagar la deuda al 6,3%, más de tres puntos porcentuales por encima del bono alemán, que es la referencia.
Papandreu vino a decir a los eurodiputados que no podía pedir sacrificios a su pueblo, como los recortes de salarios, pensiones y servicios, y ver cómo luego este ahorro se esfumaba al tener que pagar unos tipos de interés "muy irracionales". En la última emisión de 5.000 millones el sobrecoste en que tuvo que incurrir Atenas fue de más de 700 millones, según sus cuentas. Grecia precisa emitir otros 53.000 millones este año para refinanciar su enorme deuda.
Tras la incapacidad mostrada por los ministros de Economía de la UE de alcanzar un acuerdo el pasado martes, por el bloqueo de Alemania, el Gobierno griego ha puesto todas sus esperanzas en que algún tipo de mecanismo de ayuda se concrete en el Consejo Europeo, que reunirá a los líderes europeos los próximos días 25 y 26. Dadas las reiteradas reticencias expresadas por Alemania, y ante la incertidumbre persistente, Grecia ha insinuado la posibilidad de acudir en busca de ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Para agravar aún más las cosas, Berlín manifestó ayer no tener inconveniente alguno en que Grecia acudiera al FMI, si fuera necesario, según una fuente próxima al Gobierno alemán. Esta alternativa encontraría el respaldo de otros países como Finlandia, Italia y Holanda, lo que reflejaría la profunda división que está generando en la Unión la cuestión de la ayuda a Grecia.
En su comparecencia el primer ministro griego reconoció que "había mantenido conversaciones con el FMI", pero aseguró que "preferiría una solución europea como parte de la zona euro y como europeo". Su ministro de Finanzas, Yorgos Papaconstantinou, consideró "ridículo" el recurso al FMI, pero no descartó la opción, pues "desde el principio todas las opciones están abiertas". "Ahora no estamos más próximos al FMI que al principio", añadió.
Para la Comisión Europea, sin embargo, son lógicos los amagos de Grecia con acudir al FMI debido a la inacción de la Unión. "Es normal, lógico y prudente que el primer ministro griego no excluya ninguna opción", dijo Amadeu Altafaj, portavoz de Asuntos Económicos y Monetarios. La Comisión asegura tener listo el mecanismo de intervención, sobre el que no existe más que una vaga enumeración de ideas como préstamos bilaterales, avales o garantías a la deuda griega o una emisión de bonos europeos.
Papandreu insistió ayer en que Atenas no acude a Bruselas a "mendigar dinero" y aseguró que el país "no hará default (impago de la deuda), ni abandonará la zona euro". También insistió en que Grecia "no busca pedir ayuda para vivir de la riqueza de los otros". "No pedimos el dinero de los alemanes, ni de los franceses, ni de los italianos, ni de otros trabajadores o contribuyentes" añadió. "Lo que necesitamos", aseguró, "es un fuerte apoyo político para hacer las reformas necesarias".
La resistencia sigue en Alemania, donde la crisis griega agudiza las tensiones de la coalición de cristianodemócratas y liberales. La propia canciller, Ángela Merkel, manifestó el miércoles que hacer un gesto ahora no sería "la buena respuesta". Merkel recordó que "como último recurso", existía la posibilidad de expulsar del euro a los países "incumplidores". Francia intentó ayer disimular las divisiones que está sufriendo la zona euro debido a las diferencias económicas. La ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, aseguró ayer que no existía ninguna diferencia "francoalemana". Lagarde trasladó la decisión a los líderes europeos en la próxima reunión del Consejo, pero sin aventurar ninguna solución satisfactoria. "Será el Consejo Europeo", dijo, "el que decidirá según las circunstancias".
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