Annie Leibovitz sortea de nuevo la ruina. Y lo más importante, la artista retiene, al menos de momento, el control sobre su legado fotográfico, uno de los más importantes de la historia. El fondo de inversión Colony Capital ha adquirido la deuda de 24 millones de dólares (17,65 millones de euros) que ataba a Leibovitz con Art Capital.
Nada que ver con la difuminada opacidad y palidez actual. Cuando se enciende la lámpara de rayos ultravioleta, los murales que pintó Giotto en la capilla Peruzzi de la Basílica de la Santa Cruz de Florencia, considerados por sus contemporáneos la obra maestra del artista de Vespignano (1266-1337), revelan su verdadera esencia
El protagonista es un genio incomprendido, un personaje que oculta tras la máscara el horrible rostro desfigurado y cuya obsesión amorosa le convierte en un asesino irredento. Pero el público lo adora, hasta el punto de haber convertido El fantasma de la ópera en el musical más exitoso de todos los tiempos.
Entre 1821 y 1931, la criatura surgida del laboratorio del doctor Frankenstein en la novela de Mary Shelley solía cobrar vida sobre los escenarios teatrales. Pero su salto al cine, en la inolvidable versión de James Whale, convirtió en los años treinta al monstruo en icono, en un personaje del imaginario colectivo asociado al celuloide.