Desayuno y oración
La plegaria de Zapatero en Washington le permite salir airoso de una cita complicada
La asistencia de José Luis Rodríguez Zapatero al Desayuno Nacional de Oración en Washington no era una decisión fácil a priori. Como presidente del Gobierno español y en turno de la Unión Europea probablemente hubiese debido aspirar a un acto en Estados Unidos de características distintas. Dicho esto, su discurso de ayer le permitió salir airoso de un reto difícil: combinar el carácter marcadamente religioso de la reunión y de sus huéspedes con un mensaje en el que sus votantes, y en general los ciudadanos españoles, pudiesen verse reconocidos.
La elección de un pasaje cuidadosamente seleccionado del Deuteronomio -"No explotarás al jornalero pobre y necesitado"-, la referencia a Haití y su defensa del matrimonio homosexual (sin mencionarlo), entre otros, hicieron el resto. No es poco triunfo, dadas las condiciones.
Todo ello deja, sin embargo, algunas objeciones de fondo. La insistencia española en un encuentro bilateral entre Zapatero y Obama antes de la frustrada cumbre de Madrid acabó por facilitar la tarea de la diplomacia estadounidense, que encontró en el acto de ayer una vía para evitar que la cancelación se interpretase como un desaire a España. Como otros Gobiernos europeos, también el de Zapatero está empeñado en establecer una relación privilegiada con EE UU, al margen del desarrollo del proyecto europeo. La respuesta de la Unión a la redefinición de la política exterior estadounidense, más atenta a la opinión de sus aliados, pasa por defender las posiciones comunes a través de una única voz. Pero ni la voz europea es única, ni tampoco son claras ni reconocibles las posiciones comunes.
Si Zapatero contaba con esta visita para recomponer su cada vez más desgastada imagen en el interior, la coincidencia con malas noticias para el Gobierno puede habérselo frustrado. La errática gestión de la crisis económica le está pasando factura en la percepción de los organismos internacionales, incluida la Comisión Europea, y también en la opinión española: el barómetro que el CIS hizo público ayer amplía la ventaja electoral del Partido Popular y, sobre todo, revela una caída cada vez más acelerada de la popularidad del Gobierno y su presidente. Obama no vendrá a Madrid para atender los problemas internos. Que Zapatero haya acudido a Washington se salda con un buen discurso, una cierta proyección en Estados Unidos, pero no calma el mar de fondo.
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