Luces y sombras

"Me hicieron repetir a los 12 porque tuve un crío de mi padre. Eso fue en 1983. No iba al cole desde hacía un año. Y éste va a ser mi segundo hijo. Mi niña tiene síndrome de Down. Es subnormal". Las cuatro primeras líneas de la novela Push, de Shappire, no dejan lugar a dudas. Hay poco hueco para sentimentalismo, delicadeza, condescendencia, adorno o corrección política (la palabra subnormal ha quedado desterrada de cualquier texto o conversación que no invite a una riada de cartas de protesta). Aún no se ha dicho que la protagonista tiene obesidad mórbida, que es maltratada física y moralmente por su madre, que no tiene un rostro ni mucho menos agraciado...
Con semejante material, o te lanzas a la piscina y conviertes la novela en un soberbio navajazo a traición y que lo aguante quien pueda, o rebajas el tono para que te quede un telefilme de sobremesa sobre la fuerza del ser humano para salir del pozo con tesón, personalidad y un poco de ayuda. Lee Daniels, director de Precious, su adaptación al cine, se ha quedado a medio camino entre ambas opciones. ¿El resultado? Un cargamento de premios del público en infinidad de festivales y un puñado de candidaturas a los Oscar. ¿Una gran película? No.
PRECIOUS
Dirección: Lee Daniels.
Intérpretes: Gabourey Sidibe, Mo'Nique, Paula Patton, Mariah Carey, Lenny Kravitz.
Género: drama. EE UU, 2009.
Duración: 110 minutos.
Daniels y su guionista, Geoffrey Fletcher, a la manera de los sueños musicales de la chica ciega de Bailar en la oscuridad, han creado unas secuencias oníricas en las que la rana se convierte en una princesa de cuento que recibe elogios y sonrisas entre aplausos y luces de neón. Desde luego, ejercen de licuadora de la tragedia, al tiempo que sirven para contraponer, también en ese estilo alucinatorio, los fugaces flashbacks con las violaciones del progenitor. Eso sí, ni rastro de párrafos de la novela como el que sigue: "Yo sigo flipando por haber tenido un bebé... Sabía que si un tío te mete la picha dentro y te echa un líquido blanco dentro del coño, te puedes quedar preñada...". Precious es un canto a la superación con un personaje demoledor y unas interpretaciones excelentes, pero nunca un coherente retrato de grupo.
Por un lado, sus compañeras de colegio lo mismo la machacan que están a su lado, según demanden el equilibrismo emocional y los caprichos del guión; como tampoco hay una verdadera graduación en la salida del túnel.
Por otro, al menos se ofrece una secuencia clave para que el personaje de la madre intente defenderse, para alejarla del monigote. Luces y sombras de un personaje para recordar, no de una película para recordar.
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