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Reportaje:

Cervantes ocultaba un manifiesto

Desveladas las claves del cofre hallado bajo la estatua de la plaza de las Cortes

La charada ha sido, por fin, descifrada. El cofre-testigo de estaño, sepultado a los pies de la estatua de Miguel de Cervantes, que afloró en unas obras junto a la plaza de las Cortes, ha sido abierto y examinado su intrigante contenido. El escenario de su apertura ha sido el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares, dirigido por el paleontólogo Enrique Baquedano. El cofre había sido enviado allí para su custodia. Este jueves, con delicadeza y precisión, el responsable del laboratorio del museo alcalaíno fue sacando del recipiente metálico con base interior de cristal los siete libros cervantinos, las monedas, grabados y documentos de época que, desde 1834, silenciosamente albergaba.

La caja de estaño fue lacrada e impregnada de insecticida
Textos, monedas constitucionalistas y medallas, ejes del mensaje progresista

Un olor denso a lacre y a insecticida se expandió por la estancia inmediatamente después de alzar la tapa de la semioxidada caja. Había prevención entre los testigos, arqueólogos, historiadores y periodistas, ya que se temía que los efluvios resultaran tóxicos.

El cofre había permanecido 176 años intocado, depositado bajo la estatua cervantina labrada en Roma por Antonio Solá, trasladada a Alicante en barco y de allí hasta Madrid en 1834. Lo que contiene es, ni más ni menos, un alegato liberal y progresista dirigido a las generaciones venideras, en un momento en el cual España se hallaba en plena confrontación interna por múltiples frentes y sumida en una coyuntura política delicadísima.

De un lado, el pretendiente Carlos María Isidro de Borbón, jefe de la facción carlista, con las armas en la mano, reclamaba para sí frente a su sobrina Isabel, de tres años de edad, la Corona española. Del otro, Isabel acaba de recibir de su difunto padre el rey Fernando VII la legitimidad dinástica, tras la pragmática fernandina que abolió la Ley Sálica, que vetaba el acceso al trono de las mujeres. El liberalismo, satanizado por el absolutismo, encontraba a la muerte del monarca en 1833 ocasión propicia para reivindicar el favor de la regente, María Cristina.

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Tan complejo almacén de problemas ha dificultado hasta ahora la explicación del significado de lo que el misterioso recipiente de estaño contenía. Lo más chocante es un texto titulado Vida de Mina. En un principio, se pensó que correspondía a Francisco Xavier Mina, español y guerrillero radical, fusilado en 1817 en México por haber dirigido un contingente liberal que se puso al lado de los mexicanos alzados contra el régimen colonial de España. Pero, como se acaba de probar ahora, no se trataba de su biografía, sino más bien de la de su tío, Francisco Espoz y Mina, nacido en la localidad navarra de Idocin en 1781, hijo de campesinos, que llegaría a ser uno de los principales líderes de la guerrilla contra la invasión napoleónica de España en 1808. Espoz y Mina se convirtió tras la guerrilla en uno de los principales generales del país, militante liberal nombrado virrey de Navarra por María Cristina. Según Manuel Ortuño, historiador de la vida de ambos guerrilleros, "Espoz y Mina era a la sazón el militar liberal más importante del país, en plena primera guerra carlista, enfrentado al general Zumalacárregui. Por ello, la introducción de su biografía en el nicho de la estatua de Cervantes tenía un significado político e ideológico de afirmación netamente liberal". Para abundar más en el mensaje, el ajuar ahora descifrado contiene un Diario de Avisos que publicó el decreto por el cual María Cristina excluyó al pretendiente carlista Carlos María Isidro, cuñado suyo, y a su linaje, del acceso a la Corona española. Dispone asimismo su expulsión del país. La caja metálica desencriptada guarda también el ejemplar de la Gaceta de Madrid, una especie de Boletín Oficial del Estado, que publica el decreto que abolió la Ley Sálica y su disposición de que sea la niña quien reine como Isabel II. En consecuencia, el recipiente de estaño incluye cinco grabados con varias efigies de la regente y de su hija.

Por otra parte, las monedas introducidas en el cofre revelan señeros momentos constitucionales en oro y, plata, con valores que oscilan entre los 80 y los 20 reales de vellón, por primera vez con cifras en números arábigos, no romanos. Las ediciones del Quijote de 1819 y la biografía de Cervantes, signaban el homenaje al autor efigiado en la escultura que ocultaba tan singulares tesoros. Una medalla con el escudo de Madrid -osa rampante junto a un madroño recuadrado por siete estrellas- compone el broche heráldico cívico de este importante hallazgo, expresión de un momento singular cargado de significación histórica, preludio de nuevos avatares.

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