Inagotable Beethoven
Se mire por donde se mire, John Eliot Gardiner es un caballero. A veces andante, como cuando recorre el Camino de Santiago con su coro Monteverdi sacando lo mejor de lo mejor de Tomás Luis de Victoria, Morales o Palestrina. En cualquier caso siempre transmite una elegancia a la inglesa que se manifiesta en la manera de enfrentarse a las cantatas de Bach, las óperas de Mozart o Janácek y las sinfonías de Brahms. Dirija lo que dirija Gardiner convence y en ocasiones hasta hechiza. Lo ha vuelto a demostrar en Madrid con la Sinfónica de Londres en un par de programas monográficos dedicados a Beethoven.
Contempla Gardiner a Beethoven desde una perspectiva en la que es fundamental el tiempo histórico. Está acostumbrado a dirigir orquestas con sonido y criterios de época. Con la Sinfónica de Londres aplica la misma filosofía que con su Orquesta Revolucionaria y Romántica. Nuestro caballero no suele perder nunca la compostura dirigiendo, pero en una sinfonía como la Novena se llega a desmelenar. Los resultados artísticos son sorprendentes. Más aún: fascinantes. La interpretación está llena de tensión, de fuerza. Los contrastes dinámicos están llevados al límite. La sonoridad mira de frente y sin complejos al pasado. Demuestra Gardiner que Beethoven es inagotable. Se sale de la rutina e invita a la reflexión sobre la evolución de la interpretación de los clásicos. La Sinfónica de Londres se ajustó a las indicaciones del maestro y el Coro Monteverdi estuvo sensacional en afinación, empaste y sonoridad. El público refrendó esta Novena con auténtico entusiasmo.
LONDON SYMPHONY ORCHESTRA
Director: Sir John Eliot Gardiner. Piano: Maria Joao Pires. Coro Monteverdi. Beethoven: Sinfonías 1, 6 y 9; Concierto para piano y orquesta número 2; Obertura Egmont. Ibermúsica. Auditorio Nacional, 27 y 28 de enero.
El día anterior, el Concierto para piano número 2 tuvo un enfoque casi mozartiano, con una Maria João Pires delicada y detallista en la elaboración del sonido y con un concepto constructivo casi camerístico. Gardiner cuida con esmero la disposición de los instrumentos y otorgó a los contrabajos -al fondo, en el centro- un protagonismo determinante tanto en el Concierto de piano como en la Pastoral. Es en esta sinfonía en la que sobresalió su capacidad descriptiva. La música fluía con sensibilidad y sin sobresaltos. Como debe ser. En cuanto a la Primera, tuvo marcados acentos a lo Haydn, con tiempos quizás un poco premiosos. Preparaba el terreno para lo que vendría después, esa Novena tan electrizante y atípica. Qué grande es Beethoven.
Babelia
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