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Reportaje:

Sebas renace en el infierno de Haití

Sanitarios vascos 'bautizan' a un bebé rescatado la víspera de san Sebastián - El equipo de 'ertzainas' que ha regresado relata el horror que vive el país caribeño

La historia de Sebas hace sonreír en medio de la tragedia que vive Haití. La víspera de san Sebastián, el 19 de enero, un equipo de rescate sacó de los escombros a un bebé de pocos días que se quedó sin madre. "El equipo médico decidimos bautizarle como Sebastián en honor al patrón donostiarra", cuenta Edurne Ollakindia, enfermera del Hospital Donostia y desde hace una semana voluntaria atrincherada en un hospital en la capital haitiana, Puerto Príncipe. Por teléfono explica a EL PAÍS, mientras trabaja en el centro, que lo que más le llamó la atención cuando el equipo de la DYA del País Vasco llegó al país caribeño fue el caos que había para atender a los heridos. "Nos organizamos pronto y pudimos dar prioridad a los pacientes que estaban más graves. Impacta ver el número de heridos y la miseria".

"El olor a muerto en la calle supera lo imaginable", cuenta un 'ertzaina'

El primer día es el más duro, cuentan los voluntarios. Trabajan sin parar 12 horas y acaban exhaustos, aunque felices de poder ayudar. "Lo que más vemos son amputaciones de manos y piernas, contusiones y heridas por abrasión. Se ven muchos niños heridos. En pediatría se trabaja mucho porque también han nacido muchos bebés", relata esta donostiarra de 45 años, que hoy regresa a casa junto al equipo de la DYA tras ser reemplazado.

El ertzaina bilbaíno Alberto Salazar, de 50 años, dice que en la televisión los muertos no huelen pero "en Haití el olor y los cadáveres en la calle superan lo imaginable". Durante una semana ha trabajado en Puerto Príncipe junto a otros 17 compañeros de la Ertzaintza desescombrando casas, colegios y hoteles con la esperanza de encontrar un hilo de vida entre los amasijos de hierro. Siempre hay una primera vez, incluso para ser testigos en primera línea de una catástrofe tan devastadora como la que ha sufrido Haití. El fuerte terremoto que sacudió al país más pobre de Latinoamérica el pasado 12 de enero dejó 75.000 muertos y cientos de miles de damnificados. Es la primera vez que el Gobierno vasco desplaza a un contingente de especialistas -formado por 18 agentes- de la Ertzaintza a una catástrofe internacional.

Las experiencias acumuladas en estos siete días son muchas e intensas. Cuentan los ertzainas que "impresiona ver deambular a los haitianos, perdidos, sin rumbo, algunos portando consigo los pocos enseres que han mantenido, pero tranquilos". La destrucción junto a la miseria es un combinado difícil de asimilar.

Instalados en un campamento a pie de aeropuerto, los agentes de la Ertzaintza comenzaban su jornada a las 5.30 coordinados por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la ONU. Prácticamente todo el grupo español de rescate y sanitario se concentraba en este campamento. Divididos en dos equipos, el especializado en montaña hacía trabajos de rastreo junto a dos perros guía y el otro acompañaba a los equipos de bomberos madrileños y latinoamericanos en tareas de inspección ocular y desescombro. Siempre escoltados por Naciones Unidas.

Los perros son cruciales en este tipo de operativos de rescate: "Los pastores belgas que nos acompañaban, Stonet y Pula, se ponían como locos cuando llevaban mucho tiempo olfateando en busca de algún cuerpo. Son perros que acaban exhaustos y más con el calor sofocante", asegura Alberto Salazar. Stonet, el macho, se hirió en la pata los primeros días y no pudo continuar.

No es fácil trabajar "a pelo", sin medios, en situaciones precarias y bajo presión. "Estuvimos dos días sin material logístico ni sanitario porque la entrada de los equipos se complicó en el aeropuerto". "Estábamos muy limitados. Para cualquier movimiento dependíamos de terceras personas", explica José Antonio Cajigas, técnico de Emergencias del Gobierno vasco.

A la pregunta de si te cambia una experiencia como ésta, Patxi Hernández responde: "Cambia la escala de valores de la vida. Hasta que no pasen unos días no seremos conscientes del dolor que se vive en Haití". Edurne Ollakindia siente lo mismo: "Ahora estamos un poco eufóricos, pero cuando lleguemos a casa comenzará el duro proceso de asimilación de lo que hemos vivido".

Agentes de la Ertzaintza participan junto a perros guía en las labores de rescate en Puerto Príncipe (Haití).
Agentes de la Ertzaintza participan junto a perros guía en las labores de rescate en Puerto Príncipe (Haití).

Patxi Hernández / 'Ertzaina'

"Caí en un agujero durante un temblor en el epicentro"

"Es difícil describir lo que hemos visto. Las imágenes por televisión nunca se podrán aproximar a lo que se vive realmente en una tragedia como la de Haití", explica Patxi Hernández, de 48 años. A pesar de haber participado en las tareas de rescate durante el accidente aéreo en el monte Oiz en 1985, donde murieron 148 personas, y de haber sacado decenas de cadáveres en siniestros de tráfico, este ertzaina alavés insiste en que "nada es comparable a lo que hemos visto allí".

Lleva 25 años trabajando en la Ertzaintza, pero durante una semana ha dejado su rutina diaria como preparador físico del centro especial de rescate de la Ertzaintza para asistir a los damnificados en Haití.

"Durante una inspección, un técnico me pidió que le acompañara al lugar del epicentro y mientras estábamos allí hubo un temblor que hizo que nos cayésemos a un pequeño agujero. Para nada se parece a lo que vivieron los haitianos el día del terremoto, pero para nosotros, que nunca hemos vivido uno, fue una pequeña aproximación".

José Antonio Cajigas / Técnico

"Impacta ver tanto cadáver tirado por la calle"

Como coodinador del equipo de rescate y sanitario vasco, José Antonio Cajigas se ha encargado de gestionar el trabajo en situaciones en las que la falta de equipos obligaban al ingenio y a la improvisación. "Tuvimos que trabajar con lo que teníamos a mano hasta que llegó nuestro material", cuenta el técnico de Emergencias del Gobierno vasco. "¿Lo qué más me ha impresionado? El poco valor que tiene la vida. Ver los cadáveres en las calles. Viniendo de Euskadi, donde no se ven ni siquiera perros tirados, es algo que impacta". Cajigas destaca que a nivel profesional ha sido muy importante el haber experimentado temblores de varia intensidad "hasta cuatro y cinco", señala.

Pero de toda las vivencias, se queda con una: "La conversación que tuve con el gerente de un hospital. Me decía que esto [el terremoto] es una gran oportunidad para Haití porque de esta terrible destrucción puede renacer el país a pesar de la tristeza de las muertes. Se puede reconstruir un país de nuevo y mejorarlo".

Alberto Salazar / 'Ertzaina'

"Lo que hemos visto es un infierno ¿Y Dios existe?"

Para Alberto Salazar, buzo de la Ertzaintza, es impactante ver la capacidad de de la población de Haití para sobreponerse a la tragedia. "Es muy duro verles. Es un infierno. Te preguntas si Dios existe. Si esto nos pasa a nosotros, nos morimos en dos días. Ellos no tenían nada y ahora, mucho menos. Les hemos visto hacer tiendas de campaña con dos palos. No se quejan, ni gritan. Es extraño verles tan tranquilos", contaba Salazar, alavés de 48 años, unas horas antes de coger el pasado jueves el avión en Santo Domingo (República Dominicana) de vuelta a casa. Salazar cree que la experiencia de enviar efectivos de la Ertzaintza a una misión como la de Haití ha sido muy positiva y a pesar de la inexperiencia de los policías vascos en catástrofes internacionales está satisfecho con el trabajo realizado en el país caribeño. "Trabajábamos en equipo junto con bomberos españoles y latinoamericanos. Muchos nos decían que se sentían muy seguros por nuestra formación como policías. Creo que ha sido muy enriquecedor trabajar juntos", concluye.

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