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Reportaje:

La leyenda del dibujante moroso

Una película rescata las hazañas de Vázquez, autor de 'La familia Cebolleta'

De todos los personajes que vivían en el famoso 13 Rue del Percebe, sólo uno no salió de la imaginación de Francisco Ibáñez. El moroso recalcitrante del ático, capaz de las más retorcidas estrategias para escapar de un acreedor, era el reflejo en cómic de Manuel Vázquez (Madrid, 1930-Barcelona, 1995), creador de series como La familia Cebolleta o Anacleto, agente secreto. Un homenaje del dibujante más popular de este país que reconocía así a un maestro, y también el paradigma de cómo en Vázquez la leyenda de la figura fagocitó a la realidad del genio.

Esa realidad es la que ahora le quiere devolver el cine. Óscar Aibar es el director de El gran Vázquez,

un biopic del dibujante que se está rodando con Santiago Segura encarnando al autor de Las hermanas Gilda. "Es el primer dibujante moderno porque es el primero que se dibuja a sí mismo, es su propio personaje y convierte su vida en un tebeo, 50 años antes que nadie y, además, dentro del difícil contexto del tebeo infantil", afirma Aibar. "Cuando lo conocí en los años noventa, ya era víctima de su mito, la gente esperaba que se fuera sin pagar, creo que lamentaba su propia leyenda", dice el director.

Aibar: "Era víctima de su mito, la gente esperaba que se fuera sin pagar"

Desde sus primeras colaboraciones en Bruguera a finales de los cuarenta, Vázquez se reveló como un dibujante hiperdotado y prolífico, con una endiablada facilidad para el gag, que hundía las raíces de su humor en el surrealismo atípico de Wenceslao Fernández Florez, Enrique Jardiel Poncela o Juan Pérez Zúñiga. Un talento innato que se tradujo en decenas de series herederas en sus inicios de la tradición costumbrista de la editorial, como Heliodoro Hipotenuso, pero apuntando ya una feroz capacidad crítica que despegaría con series como Las hermanas Gilda o, sobre todo, con su gran creación, La familia Cebolleta. Una iconoclasta y lacerante visión de la familia española de inicios de los cincuenta, que se atrevía a traspasar el umbral de lo permitido (otro Manuel Vázquez, Montalbán, escribía: "las revistas infantiles se habían convertido en la crónica más veraz de la vida española") y que asienta un sentido del esperpento que tiene continuación natural en el cine de Azcona y Berlanga. El Vázquez autor crecía a la par que su leyenda de eterno moroso, de sus timos y sofisticados sablazos que le llevaban a organizar todo tipo de teatrales puestas en escena para convencer al director de Bruguera de la necesidad de un adelanto, desde el entierro de su padre a entregar gruesos paquetes de originales donde sólo había dibujado las primeras páginas. Persona y personaje se desarrollaron en paralelo hasta que se fusionaron a finales de los sesenta en Los cuentos del Tío Vázquez, una serie que unía la tradición del pícaro con la modernidad de la autobiografía.

En los setenta abandona prácticamente la historieta infantil para reinventarse como vitriólico dibujante satírico en El Papus (donde crearía series como Don Cornelio Ladilla y señora), en una nueva faceta que se prolongaría durante los años siguientes en Hara Kiri, Makoki o Viñetas, sin olvidar su labor de demoledor analista de la actualidad en su etapa en el diario El Observador. Esa capacidad de adaptación y evolución es la que destaca Antoni Guiral, el mayor experto sobre la Escuela Bruguera: "Vázquez es una piedra angular sin el que es imposible entender la evolución de la historieta de humor en España. Es probable que sea el autor más influyente que ha existido, con una capacidad increíble para adaptarse a las circunstancias: si la censura le obligaba a cambiar una serie políticamente incorrecta como Angelito, la reconvertía en un delirio surrealista como Gú-gú".

La película puede ser, en palabras de Manuel Vázquez, hijo del dibujante, "el empuje necesario para recuperar su obra, da un poco de rabia que no se haya hecho antes, pero bienvenido sea si las nuevas generaciones pueden disfrutar de la obra de mi padre".

Santiago Segura en un momento del rodaje de <i>El gran Vázquez.</i>
Santiago Segura en un momento del rodaje de El gran Vázquez.
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