Las 'velinas' de Gaddafi
A Silvio Berlusconi le ha salido un serio competidor que, para colmo, no teme jugar en el campo contrario. Hasta la fecha, las excentricidades del coronel Muammar el Gaddafi, una vez que la comunidad internacional decidió echar pelillos a la mar por el caso Lockerbie, eran casi inocuas. Es verdad que viaja rodeado de una guardia personal que conforman 30 vírgenes, pero, como suelen ser invisibles, apenas dejan rastro en una línea escondida de las crónicas periodísticas. El resto son detalles de exotismo trasnochado: jaimas propias de Las mil y una noches, colaciones a base de leche fresca de camella y algún que otro plantón a los pulcros diplomáticos occidentales.
Gaddafi ha viajado a Italia para participar en la cumbre contra el hambre que organiza la FAO y es probable que, como un rayo, haya sentido el destello de la inspiración que irradia las aficiones del anfitrión. Poseído por tal iluminación, el dictador libio ha organizado unas veladas con centenares de mujeres de entre 18 y 35 años para hablarles del Corán. Cual alumno aplicado, ha hecho una selección berlusconiana: todas debían ser atractivas y estar por encima del metro setenta. Gaddafi sólo ha marcado las distancias con su anfitrión a la hora de elegir la indumentaria: debían ir vestidas con elegancia.
Reclutarlas no fue difícil. En Roma hay agencias que se encargan de encontrar chicas para adornar las fiestas. Así que dicho y hecho. El coronel las aleccionó sobre las bondades del islam, respondió a algunas de sus preguntas y las despachó con un ejemplar del Corán. El líder promete seguir con su original apostolado en Malta y, ¡cielos!, en España.
En la noche de ayer, Gaddafi perpetró su segundo encuentro con mujeres guapas a razón de entre 50 y 120 euros para cada una por el desplazamiento. Tan grotesco espectáculo causa vergüenza ajena, pero no hay reacciones airadas. Hace un mes, 100.000 italianas firmaron un manifiesto contra el machismo senil de su primer ministro. Ahí quedó, como mensaje en una botella perdida en el océano. Que las mujeres libias protesten contra el coronel es más peliagudo. Y fuera de su propio país, ¿alguien se lo va a tener en cuenta al rey del gas y del petróleo?
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