El Ejército de Pakistán pide a la OTAN que selle la frontera afgana
Islamabad quiere evitar el paso de milicianos y armamento en plena ofensiva
El Ejército de Pakistán ha pedido a la OTAN que sus tropas desplegadas en Afganistán sellen la frontera "para prevenir el paso de hombres y armas", justo cuando sus fuerzas tratan de hacerse con el feudo de los talibanes paquistaníes en Waziristán del Sur. Islamabad y Kabul se acusan mutuamente de la porosidad de una linde que ambos saben imposible de controlar tanto por el terreno escarpado de sus 2.400 kilómetros, como por los lazos familiares que unen a los habitantes de ambos lados. En esos vínculos radica parte de la complicidad local con los talibanes y, sin embargo, se trata de dos insurgencias distintas, que discrepan sobre la relación con el Gobierno paquistaní.
"Comparten algunos objetivos similares, desean que las fuerzas extranjeras se vayan de la región. También existen lazos tribales, ya que muchos de los clanes tienen miembros a ambos lados de la frontera. Sin embargo, los talibanes afganos tienen una agenda distinta. Aunque reciban apoyo de base de los paquistaníes, no necesariamente comparten la postura agresiva de éstos hacia las autoridades de Pakistán. Es una diferencia importante que ellos mismos han dejado clara", explica por teléfono Richard Barnett, un experto en Al Qaeda que coordina el equipo de vigilancia de las sanciones de la ONU (Al Qaeda Taliban Monitoring Team).
Los talibanes afganos rechazan los ataques contra el Gobierno paquistaní
De hecho, las propias organizaciones que entran y salen del paraguas del Movimiento de los Talibanes de Pakistán (Tehrik-i-Taliban Pakistan, TTP) tienen discrepancias sobre la conveniencia de lanzar una yihad contra el Gobierno de Islamabad, porque eso debilita sus esfuerzos en Afganistán. Esa división se ha hecho patente en Waziristán del Sur, donde el Ejército ha llegado a acuerdos tácticos con algunos jefes talibanes locales para tratar de aislar a la tribu de los mehsud, la espina dorsal del TTP.
Los medios paquistaníes se han hecho eco de acuerdos verbales entre los militares y dos cabecillas de la tribu rival de los waziri, maulvi Nazir y hafiz Gul Bahadur, para asegurarse de que éstos permanecerían neutrales durante la ofensiva. Ambos controlan el territorio que rodea el feudo de los mehsud, objeto de la actual campaña. El portavoz del Ejército, el general Athar Abbas, lo admitió implícitamente el pasado lunes al ser preguntado al respecto durante una conferencia de prensa.
"Siempre hay una estrategia para aislar a tu principal objetivo", declaró sin entrar en la contrapartida de no atacarles ni a ellos ni a sus hombres. "A veces para ello hay que hablar con el enemigo", añadió. Y sin duda, para EE UU y sus aliados en Afganistán, esos dos jefes talibanes son el enemigo, ya que forman parte de la red de Sirajuddin Haqqani, que junto a su padre Jalaluddin, dirige uno de los pilares de la insurgencia que combate a las fuerzas extranjeras al otro lado de la frontera. (Los otros dos son la Shura de Quetta, cuyo nombre dice todo sobre su base paquistaní, y el Hizo-i Islami de Gulbuddin Hekmatyar).
Esto proyecta la imagen de que los militares paquistaníes que piden "sincronización" a la OTAN están en realidad librando su propia batalla. "Sólo van tras los grupos que les atacan directamente", asegura una observadora occidental. "Y tampoco se entiende por qué lanzan esta operación en Waziristán cuando tras los últimos atentados ha quedado claro que el núcleo del problema son los grupos yihadistas del Punjab", añade en relación con los ilegalizados Lashkar-e-Taiba, Lashkar-e-Janghvi y Jaish-e Mohammad.
Otros analistas apuntan a la ausencia de algún líder de importancia en esa región. "Después de cuatro meses de haber anunciado la ofensiva, dudo que Hakimullah o ningún otro pez gordo de los talibanes o de Al Qaeda estén todavía allí", señala una fuente diplomática. Si es que alguna vez lo estuvieron. Aunque existe la convicción de que tanto Osama Bin Laden, como el clérigo Omar, encontraron refugio en Pakistán tras el 11-S, los bombardeos de los aviones no tripulados estadounidenses se centran en Waziristán del Norte (donde ayer mataron a tres supuestos insurgentes, según Express TV). Washington incluso ha amenazado con utilizar los drones -aviones no tripulados- contra Quetta, donde se supone que Omar tiene su base de operaciones.
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