Cuestión de dosis
El debate sobre cuánta población debe vacunarse contra la nueva gripe -cuando estas inmunizaciones estén aprobadas, claro- subió ayer otra vez de tono. Un informe del Alto Consejo de Salud Pública francés que ha publicado Le Figaro dice que lo mejor es que sea el 100%. Un estudio publicado en Science por las autoridades sanitarias estadounidenses fija la tasa mínima para evitar la pandemia en el 70%. En España, la reserva de vacunas que se ha hecho cubrirá al 60% de la población.
Así dicho, podría parecer que las autoridades sanitarias se quitan la razón unas a otras. Pero si se fija uno en los estudios, se ve que no hay tanta diferencia. La propuesta francesa es la de un proceso escalonado, que empezaría exactamente por los mismos grupos prioritarios que ha definido el Ministerio de Sanidad español (y que es la recomendación de la Organización Mundial de la Salud).
El de EE UU varía algo, y pide empezar por los niños (algo lógico en un país donde la nueva gripe empezó entre escolares, y en el que los grupos antivacunas son muy fuertes). Pero la diferencia de cifras también es más de forma que de fondo. Se trata de frenar la pandemia, y esa tasa -el 70%- es la que se maneja como mínima con todas las vacunas para todas las enfermedades infecciosas, incluida la gripe común. De hecho, en muchos países ricos, la vacunación contra muchas enfermedades llega casi al 100%. Y no hay total unanimidad porque hay unos reducidos grupos que prefieren evitar a sus hijos los posibles efectos adversos del fármaco (todos los tienen), y se benefician de que los niños de alrededor, que sí se vacunan, harán de pantalla contra los patógenos.
En el caso de la nueva gripe, hay que tener en cuenta otro aspecto. Al margen de que es posible pasar la temporada de gripe sin vacunas (lo acaban de hacer Chile, Argentina, Suráfrica o Australia, por ejemplo), hay otros factores. Primero, que más del 95% de las personas que se infecten por el virus H1N1 no sufrirán una enfermedad grave (y en este grupo se incluyen los que ni siquiera se enterarán de que están contagiados). Y, en segundo lugar, que no va a haber vacunas para todos, y que, por lo tanto, hay que establecer una prioridad.
De alguna manera, cuando un país rico como España acepta cubrir sólo al 40% (que ya es una tasa muy superior a la población que se vacuna contra la gripe común), lo que está haciendo es evitar competir por las vacunas con otros países de su entorno y, de paso, dejar margen para que haya dosis que se puedan dedicar a países pobres o que tengan una crisis sanitaria más grave.
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