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CÁMARA OCULTA
Columna
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Airéese, Su Santidad

Almodóvar le ha aconsejado públicamente al Papa que salga de vez en cuando a tomar el aire y que abandone por un rato su torre de marfil, es decir, que deje de organizarnos la vida, incluso a los que no somos de los suyos, y que se dé un paseíto por el mundo para saber cómo es la realidad. Desde el Vaticano le replicaron enseguida a Almodóvar: "Benedicto XVI no necesita salir del Vaticano para darse cuenta de la existencia de ciertos fenómenos sociales". Los papas tienen hilo directo con el más allá.

Quizás haya sido ésta la noticia cinematográfica más importante del verano. Creo que no hay precedente en que el Vaticano replique a un director de cine. Almodóvar había dicho, y con razón, que el modelo de familia que saca en sus películas está más cerca de la realidad que el patrón que quiere imponer el Papa para todo el mundo. "Una familia es un grupo de personas que se quieren y cumplen sus necesidades, sin importar si se trata de padres separados, travestis, transexuales o monjas con sida. Es una absoluta locura no reconocer cómo viven hoy en día millones de personas", opinó don Pedro a un periódico alemán. Y fue fulminantemente anatemizado.

Es de suponer que a Almodóvar le tenían ganas por haber desplegado en sus películas relaciones familiares heterodoxas que el Papa rechaza, y especialmente por haber hablado de la pederastia clerical en La mala educación. Lo que el manchego muestra en sus películas tiene más eco que una encíclica papal.

Gracias a Dios, el cine español no comulga ya con ruedas de molino. El año pasado fue Camino, la película de Fesser, que ponía en solfa comeduras de coco por fanatismos religiosos, y otras cuestiones del Opus Dei. Dentro de poco será Ágora, en la que Amenábar muestra cómo el cristianismo se impuso a base de violencia salvaje e inculta, al igual que otros fundamentalismos religiosos.

Quizás como réplica, el londinense Roland Joffe (recuérdese La misión) está rodando en Argentina There be dragons, que huele a homenaje al fundador del Opus Dei, y de paso, también a una exposición franquista de la guerra civil española. La veremos el año que viene. Ojalá que mientras tanto no se asuste el Vaticano y nos organice otra guerra santa. Intervienen en esta película actores y técnicos españoles que nos salvarán del infierno, quizás hasta al mismísimo Almodóvar, si Dios quiere.

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