La enfermedad mental como una de las bellas artes
En Alguien voló sobre el nido del cuco, su protagonista, Randall McMurphy, se hace pasar por enfermo mental para evitar cumplir en prisión su condena por corrupción de menores. En Suecia, la artista de 35 años Anna Odell ha sido juzgada y condenada a pagar una multa de 245 euros por emular al personaje que en el cine interpretó Jack Nicholson (ganó el Oscar en 1975) al fingir un estado psicótico para hacerse ingresar en un hospital psiquiátrico.
Un día de enero, en el puente Liljeholm de Estocolmo, Odell actuaba como si estuviera fuera de sí. Tal parecía su estado que unos transeúntes llamaron a la policía, que la detuvo y la llevó a St. Görans, el mayor hospital psiquiátrico de la capital sueca. Toda la escena fue filmada y convertida en una película de 7 minutos, Unknown woman: 2009-349701, que Odell presentó como proyecto de graduación a sus profesores de Konstfack, la prestigiosa escuela de Bellas Artes de Estocolmo.
La artista pasó una noche ingresada, atada a la cama y sedada con psicofármacos, hasta que al día siguiente su hermano acudió a recogerla y ambos desvelaron la farsa a los médicos del hospital. "Odell quería explorar el funcionamiento de la asistencia psiquiátrica porque es un ámbito en el que el enfermo queda desprovisto de muchos de sus derechos civiles", explica Olof Glemme, director del Departamento de Bellas Artes de Konstfack. La propuesta había recibido el visto bueno de los profesores de la escuela después de una "seria discusión" sobre sus implicaciones morales: "Nuestra norma es que el estudiante siempre es responsable de sus proyectos, aunque nuestra obligación es hacerles conscientes de las consecuencias que puedan tener", añade Glemme.
Pero no todo el mundo está de acuerdo con este planteamiento. El montaje trascendió a la prensa sueca y Odell fue acusada de resistencia a la autoridad, falsa alarma intencionada y malversación de recursos públicos, tres cargos que le podrían haber costado hasta dos años de libertad condicional y devolver el coste de los cuidades que le aplicaron, valorados en unos 1.130 euros. En el fondo, lo que se debatía era cuánto se pueden forzar los límites de lo ético en nombre del arte. Lo cierto es que Odell no hizo sino escenificar un episodio de su propia biografía. Hace 14 años, durante un brote psicótico real, la artista vivió exactamente la misma secuencia de acontecimientos: el puente, la policía, el ingreso en el psiquiátrico...
¿Hasta dónde se puede llegar? "Desde luego, no se puede dañar ni física ni moralmente a nadie. Y que el artista acate las consecuencias, como Odell, que sabía a lo que se exponía", señala Glemme.
Babelia
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