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Tensión en Irán

El líder supremo iraní respalda el segundo mandato de Ahmadineyad

Figuras clave del régimen boicotean la ceremonia de nombramiento del presidente - Cientos de opositores protestan en las calles de Teherán

Ángeles Espinosa

Como estaba previsto, el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, entregó ayer a Mahmud Ahmadineyad el portafolio con su nombramiento para un segundo mandato. Pero algo falló en la coreografía y el controvertido presidente electo vaciló antes de besar simbólicamente la capa del máximo dignatario iraní. El gesto no pasó desapercibido a una población dividida por el resultado de unas elecciones que muchos consideran fraudulentas. Los ex presidentes Alí Akbar Hashemí Rafsanyaní y Mohamed Jatamí, que apoyaron al derrotado Mir Hosein Musaví, boicotearon el acto evidenciando la división del régimen. Tampoco asistió ningún miembro de la familia del ayatolá Jomeini, el fundador de la República Islámica.

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"Refrendamos a este hombre valiente, trabajador y sabio como presidente de la República Islámica de Irán", declaró Jamenei al hacer entrega de su nombramiento oficial a Ahmadineyad, quien mañana jurará el cargo ante el Parlamento. No fue una mera fórmula. El líder supremo, que endosó el resultado de las elecciones del pasado junio antes incluso de que fuera ratificado por el Consejo de Guardianes, afirmó que su elección significaba el respaldo de los iraníes a su gestión durante los cuatro años anteriores, según la cadena de televisión estatal Press TV.

No obstante, a diferencia de hace cuatro años, Jamenei no permitió que Ahmadineyad le besara la mano y las mejillas, en un signo de lealtad que fue muy criticado en su día. Cuando el flamante presidente se aproximó, hubo unas palabras entre ellos que no pudieron oírse en la retransmisión televisada, dio un paso atrás y terminó besándole en la capa a la altura del hombro. La agencia oficial de noticias IRNA mencionó que Ahmadineyad se encontraba acatarrado, lo que podría justificar esa prudencia. Muchos iraníes interpretaron que el líder trata de tomar distancias después de que su protegido tardara dos días en anular el nombramiento de un vicepresidente que no era de su agrado.

Las irregularidades que según los reformistas dieron la victoria a Ahmadineyad han desatado la mayor crisis política desde la revolución islámica de 1979. Millones de personas salieron a la calle para denunciar el fraude y expresar su descontento con la gestión del presidente, e incluso con el sistema islámico de gobierno. Sólo la dura represión de las manifestaciones, en la que las autoridades han reconocido 30 muertos y un millar de detenidos, frenó las protestas multitudinarias. Si el régimen pretendía cerrar la crisis institucional, no lo logró.

Cientos de seguidores del derrotado Mir Hosein Musaví se dirigieron al centro de Teherán haciendo sonar los cláxones de sus vehículos en señal de protesta. Tanto o más significativa fue la ausencia en la ceremonia de Rafsanyaní, Jatamí y Hasan Jomeini, un verdadero desplante al líder supremo y una nueva constatación de las divisiones en la cúpula del poder. Sólo esa actitud de rechazo de algunos dirigentes políticos da un mínimo de cobertura a quienes se arriesgan a manifestar su descontento con el proceder de las autoridades.

Una vez más, en lugar de aprovechar la ocasión para tratar de tender puentes y sacar al país del atolladero político en el que se encuentra, Jamenei prefirió criticar a los oponentes de Ahmadineyad. "Algunas élites no han superado la prueba política de la elección", aseguró, según la transmisión televisada. También lanzó un mensaje a Occidente. "Los enemigos no debieran pensar que pueden poner de rodillas a la República Islámica. Deberían aceptar los hechos en Irán", subrayó posiblemente molesto con la baja representación diplomática que los europeos enviaron a la ceremonia.

Ahmadineyad también recurrió a los ataques a Occidente en busca de una cada vez más escurridiza unidad nacional. Acusó a algunos países occidentales de "egoístas y entrometidos" por su actitud ante el resultado electoral, antes de pedirles que corrijan su perspectiva hacia Irán. "Pueden encontrar un camino hacia el círculo de amistad de la nación iraní... Nunca toleraríamos la deshonestidad, el egoísmo y la descortesía", afirmó.

Pero a pesar de su tono confiado, Ahmadineyad sabe que se acercan días difíciles. Cuando mañana jure su cargo ante el Parlamento, no tendrá ante sí una Cámara tan favorable como la que le recibió en agosto de 2005. Y, aun entonces, los diputados les negaron el voto de confianza a varios de sus candidatos a ministros (hasta tres en el caso de la cartera de Petróleo). La aprobación uno por uno de cada uno de los ministros es un requisito constitucional que no debería plantearle problemas con una mayoría conservadora. Sin embargo, incluso en esas filas se desaprueba su tendencia a ignorar a figuras políticas y tecnócratas en favor de un pequeño círculo de fieles.

Además, el hecho de que una parte de la población le niegue legitimidad hace prever un mayor desgaste político. El régimen no puede seguir deteniendo y reprimiendo a sus ciudadanos de forma indefinida sin caer en el despotismo que ya denuncian sus oponentes.

Mahmud Ahmadineyad besa el hombro del líder supremo, Alí Jamenei, durante la ceremonia de ayer en Teherán.
Mahmud Ahmadineyad besa el hombro del líder supremo, Alí Jamenei, durante la ceremonia de ayer en Teherán.REUTERS
El líder supremo iraní ha aprobado oficialmente el segundo mandato del presidente Mahmud Ahmadineyad. En una ceremonia cerrada a la prensa internacional celebrada en la mezquita chií Imam Jomeini, el Ayatolá Alí Jamenei ha anunciado su aprobación para que Ahmadineyad vuelva a ser presidente de Irán. El mandatario jurará el jueves su cargo y tiene dos semanas para formar su nuevo gobierno.Como muestra de la división que se vive en el país, ningún líder de la oposición ha acudido a la ceremonia en protesta contra la victoria de Ahmadineyad en los comicios celebrado el pasado 12 de junio.En referencia a las elecciones presidenciales. Jamenei ha declarado que los iraníes han votado a favor de la lucha contra la arrogancia y la confrontación.A la ceremonia, televisada por la cadena estatal, sí han acudido los jefes de los tres poderes, miembros del Consejo de Guardianes y miembros del Parlamento iraní.Vídeo: VNEWS

Escasa presencia europea en el acto

Sólo el embajador sueco, a quien corresponde la presidencia de turno de la UE, y el griego, que se desmarcó del resto, asistieron ayer a la ceremonia en la que el líder supremo iraní, Alí Jamenei, refrendó la elección de Mahmud Ahmadineyad como presidente. Los demás países optaron por enviar una representación de bajo nivel (como España o Italia) o estuvieron directamente ausentes (Holanda o Francia).

"A buen entendedor...", declaró a este diario un diplomático europeo que, sin embargo, dijo que los jefes de misión sí tienen previsto acudir al acto de investidura de mañana en el Parlamento. "El líder es una figura del ámbito religioso con el que nosotros no tenemos ninguna relación institucional; nuestros embajadores presentan sus cartas credenciales al presidente y tampoco el líder recibe a los políticos que vienen en visita oficial", explicó la fuente.

Las cancillerías acreditadas en la República Islámica recibieron hace unos días las correspondientes invitaciones para ambas ceremonias. Sin embargo, los europeos querían dejar constancia de su desacuerdo con la forma en que las autoridades iraníes han gestionado la crisis.

El mensaje de condena a la violencia empleada contra las protestas poselectorales quedó reforzado por una gestión, realizada a primera hora de la tarde de ayer, ante el Ministerio iraní de Asuntos Exteriores, para manifestar su "preocupación por la situación de Clotilde Reiss y el resto de los detenidos". La estudiante francesa fue detenida el pasado 7 de julio y acusada de espionaje por enviar un correo a un amigo en el que hablaba de las manifestaciones en Isfahán, donde había pasado unos meses enseñando francés.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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