Boicoteo frustrado de CiU al consejo garante del Estatuto
Mas se enroca en el 'no' a la financiación, pero rectifica las formas
Aislada en su no a la nueva financiación de Cataluña, Convergència i Unió quiso recordar ayer en el Parlament que su condición de primer grupo de la Cámara puede causarle importantes quebraderos de cabeza al tripartito. En el afán de mostrar su fuerza, los nacionalistas intentaron, sin éxito, boicotear uno de los principales organismos que prevé crear el Estatuto catalán: el Consejo de Garantías Estatutarias. Los diputados de CiU se abstuvieron por sorpresa en la elección de los seis primeros miembros del consejo que debe velar por el ajuste de las leyes al Estatuto. Por dos votos no consiguieron el bloqueo, pero a punto estuvieron de paralizar un organismo en el que los nacionalistas tienen dos representantes. De ahí que el PSC pidiera a los dos candidatos de CiU que dimitan "por dignidad institucional".
Convergència exige un consejo de mayoría nacionalista
El Gobierno juzga "ridícula" la actitud de los nacionalistas y les pide un cambio
Convergència i Unió lleva ya días quejándose de que el tripartito haya desbloqueado la creación del consejo mediante un pacto con el PP. Con el acuerdo, los populares se han garantizado un miembro en el consejo, que se completa con dos representantes propuestos por el PSC y uno por ERC, además de los dos que le corresponden a CiU. Los convergentes quieren otro representante para "garantizar una mayoría nacionalista", pero el tripartito no está dispuesto a ceder. De ahí que los diputados convergentes acabaran ayer por abstenerse en la votación.
El Gobierno catalán no ahorró calificativos para valorar la actitud nacionalista: "Estamos ante un nuevo y ridículo fracaso de CiU para bloquear el Estatuto". Los nacionalistas, que siempre critican las luchas partidistas en el Tribunal Constitucional, argumentan que el consejo debe "reequilibrarse" a favor de su partido y ayer enviaron al presidente de la Generalitat, José Montilla, una carta donde le piden tener un tercer miembro en el consejo. La vía para lograrlo sería que el Gobierno cediera a CiU una de las tres plazas que le corresponde nombrar. El Gobierno ya avanzó ayer que la petición queda fuera de lugar.
El incidente parlamentario fue la muestra de que CiU no piensa dar un respiro al tripartito. Con todo, Artur Mas hizo ayer con la financiación autonómica lo que recomiendan los manuales de surf cuando las olas son demasiado altas o las fuerzas de uno están menguadas: dejar pasar la ola por encima. En el pleno del Parlament, una vez comprobado que no tiene apoyos en la sociedad civil para seguir atacando el acuerdo, Mas optó por bajar el tono y dejar pasar el temporal. En su cara a cara con Montilla, no sólo se olvidó de los calificativos de ilegal y engañoso con los que Convergència i Unió ha venido catalogando el pacto. También dejó de lado la cifra que él mismo fijó como mínimo para apoyar el acuerdo: 5.000 millones de euros.
Mas se limitó a ofrecer al Gobierno un debate "constructivo" sobre la financiación en el pleno extraordinario que se celebrará la próxima semana. Y encima se llevó un chasco cuando le pidió a Montilla que sea él y no el consejero Antoni Castells quien lleve el peso del debate de la próxima semana. "No hace falta que me pida cosas que ya tengo decididas", le respondió el presidente de la Generalitat, confirmándole que él mismo se ocupará del debate. "No haremos como hicieron algunos gobiernos de CiU", dijo en referencia a la moción de censura que Pasqual Maragall presentó en 2001 contra Jordi Pujol y que éste logró superar sin ni siquiera intervenir en el pleno.
Montilla no ahorró críticas a CiU. De hecho, utilizó todos los balones que le pasaron los socios del tripartito en sus intervenciones para arremeter contra los nacionalistas. La idea que el presidente quiso subrayar es que el nuevo sistema de financiación dejará a Cataluña en su primer año de aplicación "lo mismo que el modelo pactado por CiU y el PP durante seis años".
Fuentes nacionalistas insisten en que el giro de Mas obedece a su intención de desmarcarse del PP. "CiU no puede quedar como el partido que lo rechaza todo". La idea de la dirección, compartida por Artur Mas y Josep Antoni Duran, es dar guerra en Cataluña y mostrar su cara más moderada en las Cortes. Quizá por esta razón, mientras CiU trataba de boicotear el Consejo de Garantías Estatutarias en el Parlament, le echaba un capote al PSOE y salvaba a José Luis Rodríguez Zapatero de comparecer en el Congreso para hablar de la crisis económica.
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