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Crítica:Feria de San Fermín
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Regular inicio, mal final

Por cómo se inició la corrida de ayer vino a la memoria el inolvidable e irrepetible Joaquín Vidal, cuando advertía con aquella voz grave: "Los presidentes demasiado proclives al triunfalismo de las orejas, deberían estar condenados a arresto domiciliario en los días de corridas".

Así fue con los principios de los dos primeros toros: una oreja para Antonio Ferrera y otra para Miguel Ángel Perera.

Los dos apéndices concedidos fueron sendos regalos. Más imperdonable la del primero, porque tuvo un toro muy manejable. El diestro hizo un toreo efectista, sin profundidad. Amagó de entrada con unos pases de rodillas, valientes, para después trazar unos pases superficiales, sin ahondar ni mandar. En su segundo mostró una vulgaridad infinita. Torero de mohatra, se pasó la tarde hilvanando pases monótonos e insípidos como grafitis callejeros. En banderillas pasó del regular al pésimo. Había en sus saltitos y danzas a no se sabe dónde algo del can-can de Offenbach.

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Miguel Ángel Perera empezó su faena con unos ajustados pases por alto. Fueron dos y cuando inició el tercero el toro le arrolló y casi lo desnudó. Le rajó la taleguilla de arriba abajo. Se tuvo que poner un pantalón vaquero hasta la rodilla (bermudas). Tuvo el gesto torero de volver a torear por alto de parecida forma a cuando le cogió en el inicio; o sea, reinició por alto la faena. Y esa faena tuvo como fundamento la mano derecha y por redondos. Dejó ver un buen temple. Y sobre el temple basó su actuación. No fue una de las grandes faenas para los anales de la historia, ni mucho menos. Su segundo toro fue el peor de la corrida. Un toro ilidiable. Tanto en varas como en banderillas, se formó una lidia espantosa. En algún momento, los toreros deambulando por el ruedo, el toro moviéndose a su libre albedrío, sin querer embestir, todo ello parecían los movimientos de una enrevesada partitura de Alban Berg.

El joven Daniel Luque tuvo que pechar con el peor lote, en conjunto. El primero era un toro reservón. No admitía un solo pase. Y el sexto también fue un complicado toro. La res no valía nada. Quien le dio de comer a ese toro en las verdes dehesas tiró el dinero por una alcantarilla. Pero es verdad que el torero, por lo menos en ese toro, puso la mayor voluntad de que era capaz.

El espacio que queda de esta modesta crónica debe ocuparlo la empresa de Pamplona, la Casa de Misericordia. Es inconcebible que una feria que todos los días llena la plaza hasta la bandera, es inconcebible repito, que no consigan traer los mejores toros y los mejores toreros. Año tras año, los fracasos ganaderos se repiten insistentemente. Salvo alguna excepción, como por ejemplo la corrida de Dolores Aguirre. La de hoy está por ver.

Miguel Ángel Perera toreó  su primer toro con pantalones vaqueros después de una cogida.
Miguel Ángel Perera toreó su primer toro con pantalones vaqueros después de una cogida.LUIS AZANZA

FUENTE YMBRO / FERRERA, PERERA, LUQUE

Toros de Fuente Ymbro: corrida blanda, de poca calidad, salvo el 1º y 2º, el 5º fue devuelto y sustituido por uno de la misma ganadería.

Antonio Ferrera: estocada baja —aviso— (oreja); pinchazo —aviso—, casi entera (saludos).

Miguel Ángel Perera: casi entera y trasera (oreja); media estocada perpendicular y cinco descabellos (silencio).

Daniel Luque: estocada caída (silencio); pinchazo hondo, pinchazo y estocada trasera (silencio).

Plaza de toros de Pamplona. 9ª de abono. 13 de julio. Lleno.

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