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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El liderazgo de López

El 'lehendakari' visita Navarra prosiguiendo con la normalización institucional de Euskadi

La visita del lehendakari, Patxi López, a Navarra, después de 13 años de incomunicación entre ambos Gobiernos autónomos, marca un punto de inflexión con la política de sus predecesores, en especial con Juan José Ibarretxe. El gesto de López ha contribuido a desactivar la tensión con la que se acogían en Navarra las especulaciones del nacionalismo vasco sobre el futuro de la comunidad foral. Con este encuentro en Pamplona, el nuevo lehendakari ha querido señalar ante su anfitrión, Miguel Sanz, que el marco para las relaciones entre ambas autonomías es el sistema constitucional, no las ensoñaciones históricas en las que el mundo abertzale pretende apoyar sus reivindicaciones y que los sectores soberanistas del PNV no han rechazado.

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El encuentro de Navarra ha coincidido con la publicación de un Euskobarómetro que revela que la desconfianza hacia el Gobierno de Patxi López es mayoritaria entre los vascos. O, al menos, lo era hasta el pasado 5 de junio, fecha en la que se realizaron las últimas encuestas para la elaboración del sondeo. A partir de entonces, los acontecimientos han permitido calibrar el tipo de liderazgo que pretende desarrollar el nuevo lehendakari, y en el que se enmarca el encuentro de ayer con el presidente navarro. Ante el primer atentado terrorista perpetrado desde su toma de posesión, López encontró el tono y los conceptos adecuados para un discurso que, sin traicionar la continuidad institucional, lograra transmitir, sin embargo, un renovado e inequívoco compromiso del Ejecutivo vasco contra el crimen y la extorsión.

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López ha abordado además una asignatura pendiente desde que el Gobierno central, en tiempos del Partido Popular, rompió con el Ejecutivo vasco: normalizar las relaciones institucionales entre ambas Administraciones como partes integrantes del mismo Estado. Con Ibarretxe en Ajuria Enea y Zapatero en La Moncloa se avanzó con respecto a épocas anteriores, en las que la incomunicación era absoluta. Pero el carácter excepcional, como de gran acontecimiento político, con que el Gobierno vasco pretendía revestir los raros encuentros con el Ejecutivo central acentuaba su carácter equívoco: si por una parte se presentaban como expresión de la rutina institucional, por otra se exhibían como citas entre dirigentes de dos Estados distintos.

Los resultados del Euskobarómetro muestran, sin duda, la difícil realidad política con la que tendrá que lidiar el Gobierno socialista de López con el apoyo del Partido Popular de Basagoiti. Por el momento, ambos se han demostrado suficiente lealtad, y ello ha propiciado algunos aciertos políticos. Entre otros, hacer que Euskadi haya dejado de ser el foco de crispación entre partidos democráticos que irradiaba sobre la totalidad del país y haya pasado a ser un estímulo para la responsabilidad política y para el consenso en asuntos fundamentales. Y Navarra no podía quedar al margen de este clima.

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