Las facturas de Saiz

El director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Alberto Saiz, acudirá hoy a la Comisión de Fondos Reservados del Congreso pertrechado con las facturas que ya llevó el 20 de mayo a la Comisión de Defensa y que, a su juicio, demuestran que no ha utilizado dinero del servicio secreto para pagar gastos privados. Se refieren a las obras en su casa particular y a las actividades realizadas en viajes privados o en jornadas de ocio al término de su agenda oficial. Entre ellas, el alquiler del catamarán de Senegal en el que una foto, retocada en la página web de la propietaria de la embarcación, le muestra sosteniendo un ejemplar de pez espada.

Saiz depositará las facturas en el Congreso, para que los diputados, a los que no les interesó la primera vez, puedan examinarlas a puerta cerrada. No es probable que el gesto de Saiz frene las denuncias de supuestas irregularidades que viene lanzando sin tregua contra él el diario El Mundo. El domingo, en ese diario, Victoria Prego sugería que el CNI dispone de capacidad técnica para amañar facturas, por lo que le instaba a presentar los asientos de sus cuentas bancarias. Una exigencia que no se ha hecho, por ejemplo, al presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, sobre el pago de sus trajes.

Saiz se enfrenta, así, a la prueba diabólica: debe demostrar su inocencia desde la presunción de culpabilidad. Incluso si consiguiera desmontar las acusaciones más graves, la incesante difusión de supuestas irregularidades (compra de la cosecha de patatas de un familiar, limpieza de la piscina de su casa por agentes...) ya ha manchado de forma irreparable su imagen. Por eso, fuentes gubernamentales señalan que la única salida que tiene Saiz es acudir a los tribunales.

Sin embargo, las denuncias más de fondo son las referidas a la política de personal de Saiz. Desde la dimisión de los máximos responsables de la división de Inteligencia, y en particular de la lucha antiterrorista, hasta la contratación de tres sobrinos suyos y de la hija de uno de los magistrados del Supremo que controla al servicio secreto.

Deberá aclarar las acusaciones de nepotismo pero, sobre todo, la decisión de restar autonomía a la división de Inteligencia del servicio secreto a la hora de lanzar operaciones, lo que está en el origen de todo lo que ha venido después, desde las dimisiones hasta las filtraciones. Al margen de las explicaciones que dé hoy Saiz, su situación se ha hecho insostenible, al quedar de manifiesto la existencia de un núcleo de agentes descontentos con acceso a informaciones sensibles y dispuestos a utilizarlas contra él. Y el PP no soltará fácilmente la presa.