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Crítica:La lidia
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gloria a un lidiador

Antonio Lorca

Diego Urdiales se salvó por los pelos de que sonara el tercer aviso en su primer toro. Sólo su enorme frialdad y acierto con el descabello impidieron que una pesada losa cayera sobre su carrera. Se lo tenía merecido, es verdad, porque alargó la faena más allá de lo admisible; pero hubiera sido una auténtica pena. A este hombre le palpita un corazón torero así de grande, tiene hambre de triunfo, un encomiable valor seco, y es batallador y elegante a la vez; pero, sobre todo, tiene una férrea voluntad y una ejemplar constancia.

Hasta nueve tandas con la muleta se pudieron contar, pero, antes que aburrida, toda su labor tuvo un creciente interés hasta alcanzar una vibrante emoción. El toro era, como los demás, serio, cornalón, manso, descastado, soso y sin movilidad. Y, como todos, lanzaba gañafones y derrotes hacia las mismas nubes. Pero había allí un lidiador inteligente que, de manera pausada, fue estudiando las posibilidades de su oponente. Le corrigió defectos y le enseñó el camino de la muleta, siempre bien colocado, firme y seguro. Poco a poco, como por arte de magia, y a base de exponer mucho, empezó a robarle algún muletazo suelto. Cuando parecía tener dominada la situación y al toro embrujado en su muleta, tomó la izquierda, hizo acopio de pundonor y dibujó dos naturales largos y una trincherilla que supieron a gloria. Se cruzó de nuevo, metido entre los pitones, y trazó otros cinco grandes naturales que cerró con un trincherazo de un mérito extraordinario. Sonó un aviso y siguió toreando, y ahí quedó en las notas otro trincherazo de cartel. Tras un pinchazo, el segundo aviso, y el peligro inminente de una devolución a los corrales. Mantuvo la cabeza fría, lo cual no debe ser nada fácil en esos momentos, y, con los clarines y timbales a punto de dar el golpe definitivo, el toro cayó tras un certero descabello.

FLORES / CHAVES, URDIALES, VALVERDE

Toros de Samuel Flores -el sexto, devuelto-, bien presentados, serios, mansos y descastados. Sobrero de Julio de la Puerta, muy manso.

López Chaves: dos pinchazos, media atravesada, un descabello -aviso- y un descabello (silencio); dos pinchazos y estocada baja (silencio).

Diego Urdiales: -aviso- pinchazo; -segundo aviso- pinchazo, estocada y un descabello (ovación); pinchazo hondo -aviso- y un descabello (silencio).

Javier Valverde: casi entera (silencio); pinchazo y casi entera baja (ovación).

Plaza de Las Ventas. 24 de mayo. Decimoctava corrida de feria. Lleno.

A Diego Urdieles le palpita un corazón torero así de grande
La corrida tuvo migas, pitones astifinos para dar y regalar
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Faenas de capote

El público le agradeció su lección de dominio, de mando y de conocimiento. No era para menos. Sacó de donde no había y se inventó una faena. Sólo le falló el sentido de la medida, y le pudo costar caro. Lo intentó de nuevo en el quinto, muy soso y parado; volvió a demostrar sus buenas condiciones, pero, entre el viento que molestó a todos, y la sosería del toro, no fue posible el éxito.

La corrida tuvo migas. Pitones astifinos para dar y regalar, pero poca clase y exceso de brusquedad y violencia. López Chaves pasó las de Caín con el primero, durísimo, correoso, de pésimo estilo, que le robó el capote, primero, y la muleta por dos veces. Menos violento fue el cuarto, pero el torero, que no parece estar en su mejor momento, no llamó la atención. Valverde se ganó una voltereta espeluznante del desclasado sobrero, que le produjo un puntazo en la axila izquierda y otro en el muslo derecho, de pronóstico reservado, y dejó claro que es un torero esforzado y valiente. Incluso con el tercero, que se acobardó en tablas y no le permitió ni un pase.

Javier Valverde, con su segundo toro de la tarde.
Javier Valverde, con su segundo toro de la tarde.CRISTÓBAL MANUEL

La corrida de hoy

- Novillos de Guadaira. El año pasado salieron bravos, dándosele a uno de ellos la vuelta al ruedo, desde el menor rigor en el juicio que suponen las novilladas.

- Francisco Pajares. Interesante promesa del toreo extremeño, aunque forjado en la Escuela de Tauromaquia de Madrid.

- Pablo Lechuga. De dinastía torera y alumno también de la escuela Marcial Lalanda. Le acredita ser el último ganador del Zapato de Oro de la feria de novilladas de Arnedo, el más prestigioso de cuantos se otorgan en este escalafón.

- Juan Carlos Rey. Se presenta esta tarde en Madrid. También hijo de banderillero, se formó en la escuela taurina de Colmenar Viejo, y tiene buen ambiente.

La corrida se retransmite por Canal + Eventos.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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