Faenas de capote
Se suele entender que las faenas se hacen con la muleta, no con el capote. Ello no es del todo cierto; José Antonio Morante de La Puebla hizo el pasado jueves dos faenas: una con el capote y otra con la muleta. La extensión, variedad y, no digamos calidad, de su toreo de capa dejaron bien patente que aquello fue una faena, ejecutada con verónicas, chicuelinas y galleos, en toda regla. Tal vez le hubiera bastado con ir a coger la muleta y el estoque, para cuadrar al toro y matarlo. Lo cierto es que, por desgracia, resulta cada vez más difícil contemplar unas verónicas templadas. Algo más frecuentes sí son de ver unas chicuelinas o unas gaoneras ajustadas, como las que dan José Tomás o Miguel Ángel Perera. Pocos toros hay que salgan al ruedo con la necesaria fijeza para ello, y pocos toreros son capaces de otorgar categoría artística a sus lances de capa.
El año pasado en esta feria un novillero sevillano llamado Pepe Moral tuvo casi que venir a recordar, con cuatro lances que dio, la gran carga estética que contiene el toreo a la verónica. El propio Morante había dado otra tanda de verónicas, particularmente desgarradas, en la Corrida de la Beneficencia del año anterior, en su encierro con seis toros. Hay que remontarse casi hasta Fernando Cepeda para evocar otras verónicas templadas y medidas, jugando los brazos y clavando el mentón como sólo él sabía hacerlo. Gaoneras, chicuelinas, galleos, kikirikís y otros lances vistosos sí realizó con gran fortuna Joselito en la mítica tarde del 2 de mayo del 96. El maestro Curro Vázquez paró el tiempo en más de una ocasión con su toreo de capa y un modesto torero muy querido por la afición del 7, Luis de Pauloba, mostró siempre un gusto exquisito con el capote. Dignos son de recordar también aquellos excelentes tercios de quites que nos regalaron el finado Julio Robles y Ortega Cano, para remontarnos ya a la mítica "media" de Antoñete, o a aquella otra de Rafael de Paula, que ése sí que supo hacer del lance de la verónica material propicio para los sueños. Las caricias, más que lances, que Curro Romero daba a sus toros con el capote permanecerán siempre en la memoria de los aficionados. Paco Camino fue tal vez el torero que con mayor clasicismo realizó el toreo a la verónica, con permiso de la hondura con que las daba Antonio Ordóñez. No hay que olvidar tampoco las garbosísimas chicuelinas de Diego Puerta. Nombres como Rafael Ortega, Gitanillo de Triana, Curro Puya o Albaicín resuenan aun desde más lejanos tiempos, hasta llegar a la verónica esencial de pies quietos y suerte cargada, reinventada por Juan Belmonte, como reinventó, él solito, el toreo entero.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.