Ser geniales... sin que se note

A John Lasseter no le van los trajes y las corbatas y sí las camisas hawaianas: tanto como los globos que llevan en volandas a los protagonistas de Up, nueva obra maestra destilada en los alambiques de la factoría Pixar, grupo de artistas visionarios que viene a ser al cine de animación lo que Iniesta al fútbol o Nureyev a la danza.

Dirigida por Pete Docter, uno de los alumnos aventajados de la gran familia pixariana, Up recoge el testigo en la saga del mejor cine de dibujos animados por ordenador. Y esta vez en 3D y en la apertura de Cannes, a cuyos responsables se les podrán discutir muchos criterios de selección, pero no la oportunidad de alegrar al público con una fábula sobre la esperanza aun en tiempos duros, aun en tiempos de crisis.

Lasseter y su legión de colaboradores tienen un secreto: se trata, básicamente, de ser genial sin que se note. Así lo explica el alma máter de la compañía: "Todos nuestros proyectos vienen de historias muy personales y la clave es tener claro cuál será el ingrediente que toca el corazón del público. Y para eso no importan las emociones... También es básico el humor". Nada de eso resulta sencillo, y su trabajo se acerca bastante al de los viejos artesanos. "Si hace falta, repetimos un montón de veces la secuencia, porque cada una de ellas está ahí por una razón. Sin embargo, esa minuciosidad no se tiene que notar". Lasseter estaba ayer espitoso y eufórico ante la idea de invitados vestidos de esmoquin y con gafas 3D. "Con el 3D, se puede contar cualquier historia, estamos ante una forma de arte maravillosa".