Obama denuncia el peligro de un Pakistán "frágil"
EE UU confía en que Islamabad proteja el arsenal nuclear frente a los talibanes
Estados Unidos ha observado en los últimos días signos positivos de que Pakistán está tomando más en serio la amenaza de los talibanes, pero sigue considerando al Gobierno civil de ese país demasiado "frágil" como para contener la expansión de los extremistas islámicos, según ha advertido el propio Barack Obama.
El presidente norteamericano cree que, por ahora, las autoridades paquistaníes son capaces de garantizar la seguridad del arsenal nuclear con que cuenta ese país, pero, en una conferencia de prensa celebrada en la noche del miércoles, dejó la puerta abierta a una intervención directa de parte estadounidense en el caso de detectarse un peligro inminente de que ese armamento pudiera caer en manos de los radicales.
El presidente insiste en que no se volverá a emplear la tortura
El secretario de Defensa, Robert Gates, por su parte, advirtió ayer al Congreso de que es urgente la aprobación de nuevas partidas militares porque el Pentágono se quedará sin fondos para actuar en Pakistán a partir del próximo mes de julio.
Pakistán se ha convertido en una prioridad absoluta de la política exterior norteamericana, no sólo por el avance del integrismo religioso dentro de sus fronteras, sino por las consecuencias que una desestabilización nuclear tendría en toda la región, especialmente en Afganistán y la India.
Desde hace semanas, la nueva Administración de EE UU ha venido presionando a Islamabad para que actúe con mayor contundencia contra los talibanes. Pakistán, que durante décadas ha orientado sus prioridades en materia de seguridad hacia India, se resistía a lanzarse a una ofensiva que le obligaría a distraer recursos militares de su frente tradicional. Recientemente, y ante la insistencia de Washington, el Ejército paquistaní ha puesto en marcha, sin embargo, varias operaciones para recuperar terreno bajo control extremista.
Obama ha tomado nota de ese cambio en un sentido favorable. "En los últimos días", señaló el presidente, "estamos empezando a ver cierto reconocimiento de que la obsesión con India como la amenaza mortal a Pakistán ha sido equivocada y que su mayor amenaza en estos momentos viene desde adentro".
Las alarmas sonaron aquí con fuerza al conocerse que grupos talibanes habían entrado en una localidad a un centenar de kilómetros de la capital del país, lo que parecía poner el arsenal atómico paquistaní al alcance inmediato de los radicales.
Esa localidad ha sido recuperada ya por el Ejército y Obama ha manifestado que no teme, por ahora, por la seguridad de ese armamento. Pero cuando se le preguntó el miércoles si actuaría en el caso de que esa situación variase, se limitó a contestar que no quería anticipar posibles escenarios.
Su preocupación principal, según explicó, procede de la debilidad que manifiesta el Gobierno presidido por Asif Alí Zardari. "Estoy seriamente preocupado por la situación en Pakistán, no porque crea que van a ser inmediatamente derrocados y que los talibanes van a tomar el poder", dijo Obama. "Estoy más preocupado porque el Gobierno es muy frágil y no parece con capacidad para proveer los servicios básicos: escuelas, salud o un sistema judicial que funcione para la mayoría de la población".
La expansión de Al Qaeda, los talibanes y otras organizaciones afines en la región de Suat se explica en parte por la estrategia de esos grupos de preocuparse por las necesidades básicas de la gente y concederles la asistencia que no encuentran en el Gobierno.
Obama pretende abordar ese aspecto del conflicto dentro de una estrategia conjunta para Pakistán y Afganistán que se discutirá los próximos días 6 y 7 de mayo en una cumbre convocada en Washington con los presidentes de ambos países.
En la rueda de prensa dedicada a repasar sus primeros cien días en la Casa Blanca, el presidente defendió también su decisión de hacer públicos documentos que prueban la responsabilidad de antiguos altos funcionarios en la autorización del uso de métodos como el ahogamiento fingido a los sospechosos de Al Qaeda, e insistió en que no volverá a utilizarse.
"El ahogamiento fingido viola nuestros ideales y nuestros valores; creo que es tortura", declaró Obama, quien advirtió de que, bajo su Gobierno, será necesario obtener información de actividades terroristas sin recurrir a esa práctica, "aunque sea más difícil" lograrlo. Obama admitió que, en última instancia, será juzgado por sus compatriotas por su capacidad para mantener al país seguro. Pero añadió que, desde su punto de vista, la mejor forma de hacerlo es respetando las reglas del Estado de derecho. "Estoy absolutamente convencido", afirmó, "de que lo mejor que puedo hacer es asegurarme de que no se tomen atajos que sólo nos debilitarían".
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