Inyecciones de silicona en pechos y nalgas por sólo 250 euros
Detenido por hacer operaciones de estética en un piso insalubre del Raval
Un piso sucio y maloliente del Raval convertido en un conocido (aunque peligroso) centro de cirugía estética. El responsable de tal prodigio es Juan P. L., un hombre de 63 años sin formación alguna que en los últimos meses se ha lucrado implantando silicona en pechos y nalgas de mujeres de toda España. Juan reventó los precios de mercado: por cada operación cobraba entre 250 y 500 euros, y además no preguntaba. En contrapartida, las mujeres se sometían a una intervención más propia de una clínica veterinaria (estaban rodeadas de animales) y sin ningún tipo de garantía sanitaria.
Los Mossos d'Esquadra han detenido ahora a Juan como presunto autor de un delito contra la salud pública y otro de intrusismo profesional. El hombre hizo prosperar su chiringuito gracias al boca-oreja: entre las mujeres con escasos recursos económicos corrió la voz de que un supuesto médico arreglaba los desperfectos y subía la autoestima a buen precio. Decenas de personas se desplazaron expresamente a Barcelona desde otras ciudades españolas para visitar al presunto mago de la estética. A él y a su granja particular: en el piso, de dimensiones muy reducidas y en condiciones higiénicas deficientes, vivían tres perros, un gato y un loro, informó ayer la policía autonómica.
El arrestado usaba pistolas para animales y reutilizaba las agujas
La denuncia de un médico del País Vasco permitió a los investigadores tirar del hilo y desmontar el falso quirófano del Raval. Una paciente suya le explicó que había sido sometida a una intervención de aumento de pechos mediante la inyección de un líquido. Los detalles del implante levantaron las sospechas del médico, que en febrero explicó al Departamento de Salud de la Generalitat que en el piso podrían estar realizándose operaciones fraudulentas.
Agentes de la División de Investigación Criminal (DIC) se aferraron a la única pista útil -un número de un teléfono móvil de prepago, que no estaba asociado a nadie- y llegaron hasta Juan. El hombre fue detenido minutos antes de recibir la visita de su próxima paciente, una joven de 29 años que había viajado de Madrid para verle. La chica se quedó sin rendirle culto a su cuerpo, pero evitó riesgos para su salud.
El detenido, que no dispone de ningún tipo de titulación médica ni sanitaria, operaba al instante y con métodos de veterinario. Por los poco más de 200 euros que recibía no se molestaba en visitas o estudios previos. Básicamente, el hombre echaba mano de jeringuilla. Primero inyectaba anestesia local a sus pacientes y después silicona líquida, que no debe aplicarse mediante un pinchazo. Su especialidad eran los pechos y las nalgas, aunque también hacía pómulos.
Juan empleaba pistolas que se usan para animales. Los agentes hallaron tres de ésas en el registro del piso, junto a 80 agujas hipodérmicas. El hombre, además, reutilizaba las agujas en varias intervenciones. Las mujeres que han pasado por sus manos han estado, pues, expuestas a infecciones y a la transmisión de enfermedades contagiosas.
Las intervenciones estaban envueltas en una gran discreción. Las mujeres pagaban en efectivo nada más terminar la operación. No había facturas ni recibos. Tampoco, por supuesto, listas de clientes.
El hombre ya ha ingresado en prisión provisional por orden del juzgado de guardia de Barcelona. No es la primera vez que tiene problemas con la justicia por jugar a médicos: hace dos años ya fue condenado por hechos similares.
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