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El hospital afectado por el seísmo no tenía permiso de apertura

La constructora italiana que entregó el edificio acumula procesos judiciales

El terremoto de L'Aquila ha sacado a la luz, una vez más, lo mejor y lo peor de Italia. La solidaridad y el trabajo de miles de voluntarios han hecho posible atender y realojar a 55.000 desplazados y 1.500 heridos. Del otro lado, la chapuza, la ilegalidad y la falta de control que revela la caída de muchos edificios modernos en una zona de extremo peligro sísmico empiezan a suscitar escándalo.

Según se supo ayer, el hospital de San Salvatore, la obra pública más importante construida en la región de Los Abruzos en varias décadas, no tenía siquiera permiso de apertura. El centro era totalmente ilegal: no existía para el Estado, no había sido registrado en el catastro y no tenía la cédula de habitabilidad que debe garantizar sus condiciones de seguridad.

El estupor crece si se piensa que la empresa que construyó el hospital fantasma es la compañía lombarda Impregilo, la mayor constructora italiana. El año pasado, Impregilo facturó 2.958 millones de euros y ganó 168 millones. Esta empresa consiguió el concurso para el puente del estrecho de Mesina, que costará 3.880 millones de euros y se asentará, por cierto, sobre una falla.

En su dilatada historia, Impregilo acumula juicios y acusaciones de corrupción y atentados contra la salud y el medio ambiente. Su cúpula directiva está imputada por estafa en el escándalo de la basura de Nápoles, donde también se investiga al gobernador de la Campania, Antonio Bassolino, y al actual secretario de Estado y jefe de Protección Civil, Guido Bertolaso, comisario especial para la crisis de la basura con Romano Prodi y Silvio Berlusconi.

La empresa se hizo cargo del San Salvatore en 1991, y lo entregó en 2000. El centro se había comenzado en 1972, pero las dos constructoras que se encargaron de los primeros pasos quebraron sucesivamente. Una investigación parlamentaria reveló, ya en 1997, "la irracionalidad y obsolescencia de la plataforma constructiva y la escasa calidad de los materiales empleados" en el hospital, que pese a todo abrió tres años después con gran pompa.

El día del terremoto se derrumbó el 30% del San Salvatore. En minutos, una obra que había tardado 28 años en realizarse quedó inservible en un 90% y fue evacuada, mientras las ambulancias intentaban depositar allí a cientos de heridos.

Impregilo niega toda responsabilidad en el desastre: "No hemos hecho nada estructural en el hospital de L'Aquila", señala la empresa. Y añade: "Ganamos el concurso cuando la estructura había sido ya construida. Nuestra intervención, con diversas paradas, duró hasta 2002, y consistió en hacer instalaciones subsidiarias". Alfredo Rossini, fiscal jefe de L'Aquila, asegura que se hará justicia: "Me concentraré en los edificios modernos que debían estar construidos con materiales antisísmicos y que en teoría deberían haber aguantado. Y empezaré por el hospital". Irónicamente, la vieja sede de San Salvatore, construida entre los siglos XVIII y XIX, aguantó íntegra el terremoto. Eran sin duda otros tiempos.

Imagen del hospital de San Salvatore, en L'Aquila, tras el terremoto.
Imagen del hospital de San Salvatore, en L'Aquila, tras el terremoto.ULY MARTÍN

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